No existe indicador positivo que avale el continuismo de quienes han
gobernado Colombia a lo largo de este siglo, para no irnos más al pasado
pues siempre han existido gobiernos que benefician a las minorías más
pudientes, como los del Frente Nacional que generaron gran corrupción y aceleraron la terrible desigualdad nacional.
Mientras el gobierno de Iván Duque saca pecho por un crecimiento
económico del 8,5 % en el primer trimestre, este no se refleja en la mejora de
las condiciones de vida de casi la mitad del país sino que indica, entre
algunas variantes, que les está yendo mejor a los que más tienen.
Es que las cifras no mienten. El Dane reveló que el porcentaje de
personas bajo la línea de pobreza está en alrededor del 40,2%, mientras la pobreza
extrema estuvo en 2021 en 14,3% y un tercio de la población a duras penas tiene para comer.
Si redondeamos la población en 50 millones, significa que 54 % es pobre.
Aguanta hambre. Son millones los que solo tienen para una comida diaria, máximo
dos. 54 % de la población con inseguridad alimentaria, como dijera la misma asociación
de empresarios, Andi.
No en vano la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y
la Agricultura (FAO) dijo que “Colombia está entre los 20 países en riesgo de
enfrentar hambre aguda en 2022″, dato que hace recordar al economista francés Thomas Pikkety cuando divulgó que 70 % de toda la riqueza nacional está en manos del 10 % de la población.
Indicadores hay muchos más que demuestran que el modelo bajo el cual se
ha regido el país no ha derivado en beneficios para la mayoría. El desempleo
juvenil es superior al 21 %, 1,3 millones de jóvenes sin esperanzas de vida.
Ello, mientras las reformas tributarias clavaban con más impuestos al grueso de la población y exoneraba a los que más tienen.
Hay amplias
zonas copadas por diversos actores armados ilegales, que incluso han retado al
establecimiento, como con el paro armado que afectó 11 departamentos.
Una vida que les cortaron a los 78 líderes asesinados y a más de 20
excombatientes este 2022, más de 310 desde el Acuerdo de Paz, exterminio como
el de la UP, antes como ahora con la mirada cómplice de los gobiernos de turno.
Motivos suficientes para querer un cambio. Un cambio de era, pues en
la actual se permitió que la corrupción se apoderara de altas esferas, incluso
con aquiescencia del presidente Duque en el caso de la mal derogada ley de
garantías.
Corrupción facilitada por la cooptación de los órganos de control, que
solo han actuado cuando de opositores se trata y que han evitado hacer justicia
en casos sonados como el del ex presidente Álvaro Uribe.
Un sistema desgastado, represor severo con quienes claman justicia social,
indiferente a la suerte de millones de compatriotas. Dicen unos que la
situación ha mejorado, pero la OCDE reportó que para salir de la pobreza acá
se necesitan 11 generaciones. Se olvida, además, que 52 % de la tierra está en manos del 1,5 %.
Entonces hay razones suficientes para querer y pedir un cambio grande que comience a
mejorar las condiciones de vida de esa enorme cantidad de colombianos ignorados, y que deje en el pasado a las pocas familias que siempre han gobernado y se han repartido al país. Solo un candidato no representa más de lo mismo: Gustavo Petro.
Ojalá se dé.
Maullido: la ética no la juzgan los tribunales, señor Fico Gutiérrez.

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