Es un mundo desesperanzado o quizás también burlón.
Esa tendencia a elegir personas que van contra sus derechos o que son
completos ignorantes. Algunos de ellos vendiendo fuerza bruta como promesa
central para calmar pueblos angustiados por la inseguridad física o mental, prometiendo
no horadar creencias centenarias ni ir contra mandatos que irriten a la gran
variedad de dioses de los cielos.
Aprovechándose, eso sí, de la ignorancia general de la gente, de los
pueblos, una situación global. En todas partes se les cree más a las cadenas de
whatsapp y a los globos lanzados en redes sociales provenientes de fuentes dudosas,
pero que se reciben como creíbles por esa incapacidad para analizar o
cuestionar.
En nuestro caso, Colombia, agregamos al miedo, que más bien parece odio a un
candidato, a Petro. Y curiosamente esa animadversión la alimentan mentiras, que
se le perdonan a Rodolfo Hernández.
Que viene el comunismo dicen unos, que expropiará a los ricos se creen
otros, que se apoderará de las pensiones sostienen algunos.
Mientras, se sabe que Hernández habla mal de las mujeres, trata mal a
los demás, tiene cuentas pendientes con la justicia por posible corrupción (ya
está imputado) y no posee un programa claro de gobierno.
A él se le permite todo, en parte por el apoyo de políticos y candidatos
perdedores (no representan cambio alguno) que ven en este respaldo la manera de
mostrar su odio a Petro, acrecentarlo y, de ñapa, buscar ganancias cobrándole luego
a Hernández, y en parte por creerlo un emisario divino que viene a poner orden
sin saber cómo, o simplemente como burla a tantos años de abandono de los
políticos tradicionales. Alentado también por un periodismo militante generador
de odio y, contra los principios periodísticos, de mentiras.
Hernández vendría con una caja de Pandora para gobernar. Sin programa,
nadie puede decir con qué saldrá.
Es un fenómeno de nuestra época. Millones que han sido ignorados buscan
asirse a algo, así sea a quien les prometa no afectar creencias o brindarles
algo de seguridad, aunque lo haga de manera irregular y violenta.
Hungría, Polonia, Turquía, Filipinas, El Salvador, Brasil, tierras en
las que conquistaron el poder personajes para hacer su voluntad, encima de las
leyes, que poco a poco transforman para su beneficio o imponer una autoridad
que no respeta derecho humano alguno.
Es la época de gobiernos por redes sociales, de explotar las emociones,
de lanzar informaciones y acusaciones falsas, que de eso algo le queda a la
gente indiferente, ignorante o despistada.
Y si llega un gobierno malo, qué se va a hacer, nada pasa con uno más
luego de décadas de gobiernos malos.
En algunos países, los ciudadanos pronto se dieron cuenta de su error y
sufren las consecuencias hoy. En otros, no pudieron siquiera protestar porque el
gobernante se convirtió en cuasi dictador.
Asustan tanto la falta de análisis, como la facilidad para odiar al
extremo de creer que un voto hundirá a un candidato sabiendo que se hundirá de
paso la misma persona, válido para quienes no toman postura alguna y piensan
que están viendo el espectáculo desde las tribunas.
Maullido: queda demostrado, al empresariado colombiano solo le importa
su plata.

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