Por primera vez en 200 años, la derecha y la extrema derecha no son los
gobernantes. Ahora están en el otro lado, el de la oposición y no saben cómo
hacerlo. En el Congreso, mal que bien ahí van. Lo que asombra es cómo quienes
son de esas tendencias, incluida la mayor parte de nuestra gran prensa
(periódicos, radio y televisión) no saben cómo obrar y se han dedicado a toda
suerte de desatinos, algunos de ellos muy chistosos a decir verdad.
No se trata tanto de la descalificación a los abucheos en la instalación
del Congreso al aprendiz de presidente Iván Duque, pues muchas otras personas
se pronunciaron indignados. Desconocen, eso sí, el derecho a la protesta que
nunca ha estado excluida del Capitolio Nacional, incluso con enfrentamientos a
golpes en un pasado no lejano.
Pero bueno, pasemos esa. Los periodistas y los tuiteros y usuarios de
otras redes se dedicaron a analizar la moda de los y las integrantes del Pacto
Histórico. Divulgaron precios de los atuendos, como si fuera un delito que cada
quien compre la ropa que le venga en gana, con lo que tenga disponible. Ahí sí
les pareció que era un desprecio para quienes ganan un mínimo o ni alcanzan a
ello, confundiendo muchos, como es usual en una demostración de ignorancia
tremenda, confundiendo, digo, izquierda con votos de pobreza franciscana.
Como si en el pasado los congresistas hubieran ido al recinto con ropas
raídas por el uso.
A algunos medios les asusta que en el nuevo Congreso haya congresistas
que usen con buen tino las redes sociales. ¿Acaso no es esa una de las
características del mundo actual y una ventaja? Eso sí, nunca se asustaron con el uso que,
por ejemplo, les daba el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump.
(Ahí va saliendo, o renovándose mejor, la doble moral de nuestros
opinadores tradicionales).
Les parece mejor un Congreso en el cual, desde 2000 más de 130 miembros
han sido juzgados por asociaciones delictivas diversas, muchos de ellos
vinculados con la criminalidad del paramilitarismo. Ahí callaban o no había
lugar a perniciosas interpretaciones.
Nuestros medios poco dijeron cuando artistas y deportistas fueron
elegidos, de los cuales ninguno llegó a destacarse como legislador.
Los escandaliza que haya congresistas que dominen las redes sociales,
pero más que eso, les escandaliza que sean los del partido de gobierno. Eso es
lo que no perdonan.
Como nunca pensaron que podría darse un cambio en el manejo del Estado,
andan desorientados, ensayando cómo hacer oposición incluso con publicaciones
traídas de los cabellos exigiendo incluso resultados a un Congreso que no lleva
ocho días de trabajo, mientras callan frente a los abusos flagrantes del aprendiz
Duque y sus funcionarios en las últimas semanas de gestión.
En redes sociales, el llanto y el dolor se han transformado en irracionalidad.
Personas culpando a Gustavo Petro de no hacer nada por el terrible asesinato de
policías, cuando ni siquiera ha asumido. O regañando a la nueva Minagricultura,Cecilia López, porque
no ha visitado una región aún sin posesionarse.
Causa también cierta risa ver a los políticos del partido de oposición
descalificando o ‘rechazando tajantemente’ los nombres anunciados de varios
ministros. Se olvidan que ya no son los que escogen gabinete. Están mal
acostumbrados: nunca pensaron que algún día les tocaría dedicarse a mirar esas
designaciones.
Ya se anticipa lo que serán estos cuatro años para el primer gobierno de
izquierda en la historia republicana de Colombia. Todo lo que haga estará mal.
Y todo lo que apruebe el Congreso (como el ladrón juzga por su condición) será
fruto de mermelada con el fin de desestabilizar (¿más?) al país, pero en
particular a las gentes de bien.
Se pegarán de pequeñeces, de chismes de farándula y esa es una
alternativa válida. Pero, por favor, al menos con algo de racionalidad.
Maullido: Medellín no es ningún Silicon Valley. No. Hoy es Prostitution
Valley.
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