Sí, inquieta el nuevo
gobierno de Gustavo Petro y Francia Márquez. No por lo que son y representan;
no porque no sean quienes con sobrados méritos y claridad excelsa expusieron las
ideas progresistas que abrazaron y expresaron en las urnas millones de colombianos.
No. Inquieta que no se
cumplan las expectativas, no por incapacidad sino porque son tantas las
necesidades y tanta la población urgida de atención que en algún momento
algunos se puedan sentir abandonados u olvidados de nuevo.
La pobreza agobia. Son más
de 21 millones de colombianos pobres y unos 10 más que viven con angustia el día
a día por la posibilidad de caer más bajo en su capacidad económica.
Es inmensa esa otra
Colombia ignorada desde siempre, la que merece atención prioritaria en casi
todos los frentes. Es sentida la desprotección de millones de campesinos
acorralados por las alzas de insumos, las importaciones masivas de alimentos, la
intermediación, la escasez de recursos y la falta de tierra.
No menos sentida es la
necesidad de tener seguridad en todo el territorio, asolado por bandas y
narcotraficantes de toda clase y por una guerrilla anclada en la década de 1960.
Y urge defender la vida de líderes y de miles de excombatientes a los que el
gobierno que termina les falló dándoles un portazo en el rostro.
Resulta inquietante la velocidad
a la que el país pierde selvas y los recursos que hay en ellas, mientras avanza
el acaparamiento de tierras y la potrerización de lo que fueran bosques,
agravando las ya severas afectaciones por el cambio climático.
Y podríamos seguir con las
oportunidades que esperan los jóvenes, la dignificación del trabajo, el
desbarajuste financiero y de atención en la salud, la elevada deserción
estudiantil y mucho más.
Todo para decir que son
tantos frentes que el nuevo gobierno tendrá que trabajar con la precisión extrema
del médico en la sala de cirugía para acertar en las prioridades y no generar más frustraciones.
Mucho de lo que se
requiere necesita dinero, escaso porque el gobierno de Iván Duque exageró en el
gasto, por incompetencia y para no dejarle nada al primer gobierno de
izquierda. Ahí habrá que tener sumo cuidado para no malgastar y atender las
necesidades más sentidas.
Pero mucho dependerá
también del legislativo. Tiene el Congreso con las mayorías del lado de Petro
un papel trascendental para el futuro de millones de personas y para ordenar la
casa en múltiples frentes. Y ahí no se pueden permitir las mañas que tanto se
han criticado, la corrupción galopante y descarada, ni actuar, como ha sido
costumbre, contra el bienestar general de la población.
Si se fracasa o no se
llenan expectativas, tal vez la izquierda demore de nuevo muchos años en volver
al poder.
Eso lo saben la derecha y
la extrema derecha que representa el uribismo y el Centro Democrático, que
desde ya hacen oposición hostil basada en parte en mentiras e interpretaciones
erradas de afirmaciones y programas del nuevo gobierno. Así seguirán los
próximos cuatro años.
Basta mirar en redes
sociales la desmesurada intervención de las uribistas de la primera línea, como
María Fernanda Cabal, Paloma Valencia y Margarita Restrepo. No desmayan en
generar mal ambiente y, así, captar desinformados o mantener vivas esas fuerzas
uribistas tan venidas a menos en los últimos dos años cuando menos.
Tenemos la esperanza y
confiamos que el gobierno de Petro sí será el de la verdadera revolución de las
oportunidades para esos millones de nadies que nunca han sido el centro de atención
de los gobiernos y para mejorar las condiciones de vida para la generalidad de
colombianos. Un gobierno que hemos estado esperando con ansias.
Maullido: ya la gran
prensa se alineó contra Petro.

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