Mientras sus opositores gastan palabras en redes sociales descalificando todo lo que emane del gobierno, es bueno insistir en que las palabras que pronunció el presidente Gustavo Petro ante el mundo en la Conferencia de las Partes #27 (COP 27) o Cumbre sobre el Cambo Climático van en la dirección correcta.
El reporte de Naciones
Unidas antes de la Cumbre, reveló que las emisiones de gases de invernadero van
camino a crecer 10.3 % a 2030, en comparación con 2010, según las reducciones
que han prometido los países hasta ahora en estas citas mundiales. Pero uno de
los reportes del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático advertía
hace pocos meses que se requiere reducirlas 45 % a 2030 si se quiere que la
temperatura de la Tierra no aumente 1.5° C con respecto a comienzos de los años
1800 (ya ha subido 1.1°).
Acá se arma algarabía cada
que un miembro del gobierno dice que hay que reducir emisiones, usar menos
combustibles fósiles o que hay que decrecer. Un barullo impresionante.
Ha habido mensajes
confusos del gobierno sobre la no exploración en busca de más petróleo y gas,
pero ha dicho la ministra de Minas, Irene Vélez, que primero se están
organizando los contratos existentes.
Es claro que hay que
emitir menos y también que Colombia no es un gran emisor de gases. Quienes
deben quitar el pie del acelerador son las grandes potencias, comenzando por
China y Estados Unidos, más la Unión Europea, pero no van a hacerlo. No en los
próximos años. Los europeos obligados por la crisis energética provocada por
Rusia, los gringos porque les es un negocio muy rentable y los chinos porque
quieren incrementar su desarrollo y solo a 2060 llegarán al equilibrio.
Si bien una de las
promesas de Petro candidato fue no explorar más campos, el país debe seguir
haciéndolo porque tiene maneras de compensar. La transición energética y el
remplazo de las divisas que genera el petróleo no son asunto de dos o tres
años.
El país puede compensar de
varias maneras. Una de ellas la expuso el presidente Petro: proteger la
Amazonia. Y prometió 200 millones de dólares anuales para ello, solicitando a
las potencias que se unan al esfuerzo. Y no solo es impedir la deforestación,
es la regeneración de lo afectado, en lo que trabaja el Ministerio del Medio
Ambiente de la mano de los habitantes de la región amazónica.
Otra compensación debe
provenir de mayores acuerdos con empresarios y sectores económicos para afinar
la reconversión tecnológica que los lleve a emitir menos. (El caso del
transporte merecería especial atención).
Unos acuerdos que deben
extenderse a los ganaderos para reducir el cambio de usos del suelo y mejorar
la productividad con sistemas silvopastoriles.
Hay de dónde echar mano.
Aunque las mentes
estrechas en redes sociales continúen lanzando su andanada de críticas sin
fundamento, el mensaje del gobierno es claro y en la dirección correcta, aunque
a muchos no les guste y así, en el plano internacional, no estén dadas las
condiciones para que las potencias se tomen con mayor seriedad el cambio
climático, la gran amenaza de nuestras vidas y de las próximas generaciones.

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