Como vamos, el mundo se
encamina a tener una temperatura entre 2.9° Celsius y 4 grados a partir de 2080
o 2100 (2 a 3 más de lo que tenemos hoy), fatal para cientos de millones de
personas y decenas de miles de especies que habitan con nosotros esta única
Tierra.
El sábado 6 comienza la
cumbre del Cambio Climático, la 27 que se ha desarrollado hasta ahora. Más de tres
décadas (al comienzo no fueron tan continuas) tratando de tomar acciones para
limitar las emisiones de gases de invernadero y frenar el calentamiento global.
La cumbre, en Egipto, reúne
a 193 gobiernos de igual número de países, que el año pasado, en Glasgow
(Escocia) se comprometieron a reducir más las emisiones. Pero han fallado.
El informe de la semana
pasada de Naciones Unidas reveló que solo26 de 193 países que el año pasado se
comprometieron, han seguido planes más ambiciosos.
Recordemos que uno de los
últimos reportes del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (panel
de científicos de todo el mundo) mostró que hay que reducir al menos 40 % las
emisiones a 2030 para contener el aumento de la temperatura a entre 1.5° y 2° C.
El incumplimiento
significará inundaciones más intensas, incendios, sequías, olas de calor y
extinción de especies. Muerte de decenas de miles de personas, violencia, hambre
y pobreza. Y una posible migración incontrolable de personas en busca de zonas
menos afectadas.
A comienzos de octubre,
una coalición internacional de científicos reportó que 16 de 35 signos vitales
del planeta han empeorado. Es un reporte de seguimiento al informe Científicos
del Mundo Alertan a la Humanidad: Segunda Advertencia”, publicado el año pasado
y suscrito por más de 15 000 científicos de 184 países.
¿Entonces? El palo no está
para cucharas, pero los gobiernos inventan todo tipo de evasivas para no
cumplir sus metas, agravado esto por las tensiones generadas por la inflación, la
guerra de Rusia y la seria crisis energética. La Unión Europea, que había sido
líder en compromisos climáticos, dijo que por el momento no podía prometer más
y reduciría sus metas.
Con cada fracción de grado
de calentamiento, decenas de millones de más personas en el mundo estarán
amenazadas por las consecuencias serias del cambio climático.
Para muchos, el consenso de
miles de científicos dedicados al tema son alarmas falsas. No alcanzan a percibir
grandes cambios en el clima, sumidos en sus mundos citadinos (aunque las
ciudades ya están muy afectadas). Una miopía que, creo, es generada por el
corto ciclo vital humano: no miramos lo que pueda pasar luego de nuestra corta
existencia, y a ello se suma el afán de acumular riqueza monetaria.
Nada menos, esta semana
The Lancet, el journal más connotado en temas de salud, publicó un extenso
informa subrayando la creciente amenaza que son los combustibles fósiles y las
altas temperaturas: no solo más mortalidad por calor, complicaciones del
embarazo y enfermedades cardiovasculares, sino costos indirectos por el suelo
más seco que generará desnutrición y la expansión del hábitat de insectos
portadores de enfermedades como la malaria, el dengue y otras.
Pero no vale nada. Hace
unas semanas, el Papa Francisco hizo otro llamado, un llamado a tener coraje para
abandonar los combustibles fósiles y se lamentó que las generaciones viejas no sabían
cómo proteger el planeta y asegurar la paz. Pidió seguir el ejemplo de personas,
negocios e instituciones quienes están haciendo una conversión ecológica.
¿Se logrará? No hay
razones para el optimismo. Bien dijo la joven ambientalista sueca Greta Thunberg
(que no asistirá a la cumbre de Egipto) que esas reuniones sobre el cambio
climático se han convertido en oportunidades para el ‘greenwashing’.
“… lo cierto es que han
fallado a la humanidad a la hora de propiciar grandes cambios y los avances han
sido muy lentos". Y enrostró cómo él ‘actual normal’, dictado por la gente
en el poder, ha causado el desastre climático.
La situación no es nada
buena ni alentadora.
Maullido: ser opositor al
gobierno equivale hoy a generar cuantas mentiras se pueda.

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