La historia se repitió:
¿por qué nadie hizo nada? La condena de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos a Colombia por el exterminio de la Unión Patriótica, más de 6000
miembros asesinados, mete de nuevo el dedo en la herida que arrastra hade dos
siglos este país y nos hace preguntar una vez más lo que el año pasado recalcó
con una simpleza abrumadora la Comisión
de la Verdad: ¿cómo permitimos eso?
Es que fueron dos décadas
de asesinatos a miembros de la UP hasta casi acabarla. Una violencia
sistemática por todo el territorio nacional sin que se evitaran crímenes de
toda clase, desde los asesinatos a los desplazamientos, torturas y violaciones.
Nos lleva a preguntarnos
¿por qué somos tan violentos los colombianos? ¿Por qué almacenamos tanto odio?
¿Por qué no quedamos tranquilos hasta eliminar físicamente al otro?
Es que la historia no se
detiene con la UP. El reciente informe de Naciones Unidas, que comprende del 27
de septiembre al 26 de diciembre de 2022, detalla que desde la firma del
acuerdo de paz han sido asesinados 355 excombatientes de las Farc que optaron
por reintegrarse a la sociedad y dejar las armas. De ellos, 11 eran mujeres, 48
afrocolombianos y 33 indígenas.
Y, una vez más, nadie hace
nada. Esas muertes casi semanales se volvieron paisaje.
Aterra ver hoy cómo permea
todas las esferas de la vida nacional. Por eso las sucesivas afirmaciones
cargadas de odio de los congresistas Miguel Polo y María Fernanda Cabal contra
el Presidente y sus funcionarios para mencionar casos recientes. Desde arriba
hacia abajo, la violencia y el odio son una marca indeleble en nuestra
realidad.
¿Será que ya llevamos en
los genes marcada la violencia? Sería la forma más simple de responder por
nuestra violencia. Y aunque hay algunos relacionados con esa actitud (estudios
en criminales los han encontrado) es tan general la violencia en todo el
territorio que no creemos que se explique con la genética.
En su libro Colombia: las
Razones de la Guerra, el historiador Jorge Orlando Melo describe cómo desde la Conquista
y Colonia, hasta nuestros días, las guerras, conflictos y violencias han sido
parte de nuestra historia. En algunos momentos, movidas por determinadas circunstancias
históricas; en otros, por algunas distintas. Pero ahí permanecen, adobadas hoy
por la polarización política que en no pocos casos se centra en sugerir la
eliminación del ‘diferente’.
Describe Melo cómo en esa
violencia ni la pobreza ni la desigualdad social han sido los factores
determinantes, como pudiera creerse (aunque percibo que esto comienza a
incidir). Sí ha habido otros como la tenencia de la tierra, la prevalencia de
una minoría como clase dominante a su favor en desmedro de los demás, la
permisibilidad entonces del Estado para controlar los brotes de violencia, más situaciones
como el narcotráfico (que creo trastocó demasiado nuestros valores y forma de
vida) y una guerrilla desenfocada desde el comienzo en sus objetivos y lectura
de la realidad.
Creo que el narcotráfico
fue determinante para entronizar el modelo de riqueza rápida, que fortaleció
todas las formas de corrupción, como vemos a diario con robos a los dineros públicos
mediante todo tipo de artimañas. Armó además a muchas personas y mostró que
deshacerse de otro, el sicariato, no solo era fácil sino la mejor manera de acabar con el ‘otro’.
Un tema con muchas
aristas, pero la realidad es esa y muy dura: somos muy violentos, odiamos
demasiado. Y lo que les pasó a millones en el conflicto con guerrillas,
paramilitares y fuerzas militares; lo que les sucedió a los partidarios de la
UP, sigue ahora con excombatientes de Farc y líderes.
Y nadie hace nada. Ni el
Estado, que en diversas épocas, casi a lo largo de nuestra historia, ha sido también promotor de diferentes manifestaciones
violentas.
Maullido: no ha sido buena
la estrategia de no divulgar la reforma a la salud, pero sí hablar de eso cada
día.

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