¿Por qué el mundo, los países, las ciudades no resuelven sus grandes
problemas? Resulta desconsolador e inquietante cómo pasan los años y los
avances son nulos o pequeños. Para muchos existen soluciones y se conocen, pero
los avances son mínimos o nulos. Y una gran razón es que cada país, organización,
industria, gobierno, empresa, ciudadanía camina por su lado.
No existe una gran convocatoria gubernamental a la que respondan el
sector privado y los demás sectores de la sociedad.
Por eso pasan los años y no se resuelven grandes temas, como el cambio
climático, el hambre, la contaminación, la desigualdad, la pauperización
urbana.
La economía sigue pensada de modo egoísta, es cortoplacista. A las
empresas las mueven los resultados para los accionistas y poco más. Cuando no
es oposición, el sector privado solo busca que los gobiernos le otorguen
dádivas, como la rebaja de impuestos y que se mantenga cierta estabilidad
económica, pero tampoco convoca.
Los gobiernos están debilitados, les han ido quitando funciones (como lo
expresa Mariana Mazzucato en su provocador libro Misión Economía). Son tramitadores
y dispensadores del gasto público. No tienen metas ambiciosas para remediar los
grandes problemas y convocar a toda la sociedad: sector privado, organizaciones,
ciudadanía.
Los políticos, además, no favorecen el bien común sino el de un sector
solamente.
Hay inmovilismo. Se dice que se hace pero no se avanza lo suficiente, no
con la rapidez requerida en algunos asuntos, Solo palabras y promesas.
Es duro vencer la resistencia, la inercia incluso en lo nacional y
local, no hay enfoque que vincule todos los actores. Se ‘compartimentaliza’:
esto es el gobierno, esto el sector privado, estas las organizaciones, esta la
ciudadanía.
Seguimos en nuestro caso en la patria boba, con visiones y acciones dispersas,
solucionando a cuentagotas.
Así, todo queda en el aire, puros espejismos. Por ejemplo, las ciudades verdes,
las ciudades inteligentes terminan en programitas. Por eso siempre las inundaciones
y deslizamientos son en los mismos sitios, prosigue la urbanización
desordenada, no se detienen la deforestación ni la minería ilegal desenfrenada
(a estas alturas de la vida todavía se discute si va o no un proyecto, cuando
debería haber un mapa claro de dónde se puede hacer minería y dónde no, y de
qué tipo), las costas siguen desmoronándose y las soluciones son puntuales y se
permiten construcciones cercanas a la línea costera
Por eso cada gobierno anuncia que recuperará los ferrocarriles, pasa su
tiempo y persisten las lánguidas vías férreas sin locomotoras encima.
Así, siempre se habla de que medio país, conocido despectivamente como
la periferia, está olvidado y se debe revertir la situación, pero… pasan los
años y sigue olvidado.
No solo es en lo local y nacional. Lo internacional se mueve igual. No
se logrará reducir lo suficiente las emisiones de gases a 2030, casi ninguno de
los objetivos del Desarrollo Sostenible se alcanzará en esa fecha. El hambre,
la pobreza, la falta de educación y medios sanitarios, la discriminación y el
maltrato a las mujeres, todo continuará y es una vergüenza. Cada país por su lado.
A veces con acuerdos internacionales, pero sin nada que obligue porque hay poca
voluntad de cumplir.
Ha pasado no solo con el cambio climático sino con los ODS, con la
protección de la biodiversidad terrestre y marina, con la erradicación del
hambre, con la prohibición de los plásticos y así en casi todos los temas (tal
vez el único logro grande ha sido el Protocolo de Montreal para recuperar la
capa de ozono en la atmósfera).
A las élites políticas, económicas y sociales poco les ha importado
resolver muchos de los problemas y los gobiernos han sido incapaces de convocar
y proponer a las sociedades grandes retos.
Como dice la economista Mazzucato, “Está claro que no podemos seguir
retrasando hacer las cosas de manera diferente y encontrar un propósito común.
El statu quo le está fallando a demasiada gente y está cambiando el planeta de
tal forma que también le fallará a las generaciones futuras”.
Pero el tiempo se acaba y los gobernantes no han entendido que necesitan
esos grandes propósitos, retos audaces que no pueden atender solos sino con el
concurso del sector privado, de distintas organizaciones civiles, de la
ciudadanía (a la que se convoca antes de, pero poco para participar en la ejecución
de los proyectos). Y con el fortalecimiento del Estado.
El panorama no es alentador.
Maullido: Qué país tan clasista y racista es Colombia.

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