No es fracaso. Es la puja normal en un país democrático en el cual no
solo cuenta el poder ejecutivo.
En toda democracia los proyectos del gobierno son sometidos al
legislativo y sufren debates como el que se vive con el de la reforma a la salud.
En este tema hay una clara confrontación de visiones del sistema, la del
gobierno que quiere modificarlo a fondo y la de los opositores que no le ven
nada bueno o muy poco y buscan su negación.
No podemos pasar por alto, en este punto, que en muchos países o en
otros asuntos, el rechazo simplemente se da por tener una mayoría en el
Congreso o Parlamento.
Claro, también se pueden ver como la confrontación de visiones del
manejo de la economía y del desarrollo de programas sociales.
En el tema de la salud el debate previo, e incluso ahora en el Congreso,
ha estado impregnado de esa cuota de modernidad que es la mentira, la
desinformación como agente para hacer prevalecer una posición.
¡Qué cantidad de cifras amañadas en las redes sociales! O de deducciones
superficiales pensadas como verdades de peso y que simplifican de una manera abrumadora el tema, las discusiones y la ilustración de la ciudadanía.
Son verdades a medias, es decir mentiras, tanto de opositores como de
integrantes del gobierno y de su bancada en el legislativo. Cierto, en las
redes sociales es difícil profundizar en conceptos, pero sí se pueden entregar
análisis y datos que favorezcan la formación de opinión, situación que no se ha
dado.
Que esta reforma fue por la que votó el pueblo (que lógico no la conocía
antes de su presentación hace pocas semanas y menos antes de elecciones),
tratando de obviar el trabajo legislativo, afirmación común en allegados al
gobierno.
Que es una venganza ideológica contra la empresa privada enrostran los
opositores, y así hay una buena cantidad de imprecisiones que no solo poco
aportan, sino que no tienen sustento sólido.
Lógico, implica además unas visiones progresistas y conservadoras del
manejo del Estado.
En medio de este mar de desinformación, alimentado a diario por los
mismos congresistas y miembros del gobierno desde las sesiones de la comisión
que discute la reforma, hoy no se sabe a ciencia cierta cómo ha cambiado el
proyecto original o si se ha mantenido igual, pues se sabe sí que desde la
campaña electoral el presidente Petro fijó unos asuntos como inamovibles, sobre
los cuales se han generado los mayores choques.
También influye que la prense se ha detenido en la forma y no en el
fondo de las discusiones y las propuestas. Para esta es un fracaso del gobierno
que haya reparos y dilaciones cuando es lo normal en cualquier proyecto de
trascendencia nacional.
Es una ganancia que hoy se esté discutiendo la reforma a la salud, un
sistema con muchos aciertos pero también con grandes deficiencias que no ha
logrado ser enderezado pues intentos en el pasado solo sirvieron como
maquillaje a problemas que son de fondo y eso es lo que no se quiere en esta
ocasión: que haya reforma de verdad para asegurar atención a todos los colombianos;
que sea oportuna en citas, procedimientos y medicinas; que fortalezca la
prevención sobre lo curativo; y que incluya a poblaciones hoy marginadas o con
serias limitaciones para el acceso como las poblaciones rurales y pequeñas o apartadas
(del centro de poder) cabeceras municipales; todo ello aparte de hacer efectivos
los controles para que el dinero no se pierda como en años pasados.
¿Será posible?
Maullido: una barra de fútbol debe sobrevivir por sus propios medios, no
dependiendo de los aportes de un equipo.

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