La comparecencia del jefe paramilitar Salvatore Mancuso vuelve a poner el tema no sanado en la realidad nacional, que fue uno de los episodios más sangrientos en la historia colombiana y tal vez el que mayor vergüenza genera, pues fue auspiciado y protegido por quienes eran los defensores de la ciudadanía.
Militares, policías, políticos, gobernantes y empresarios de diversa índole se unieron para sembrar los campos y los pueblos con la más atroz barbarie posible.
Mancuso ha repetido lo que ya se sabía, pero ha agregado algunos nombres de militares que ayudaron en operaciones conjuntas. Tiene todavía mucho para contar, muchos nombres por revelar y no solo de militares.
En Urabá, donde actuaron desde el comienzo, recibieron el apoyo de bananeros, otros finqueros, gremios de la fruta y empresarios.
Se reunieron con infinidad de políticos y funcionarios, desde el fallecido Horacio Serpa, contó, hasta clanes políticos de regiones como Cesar, donde recibieron gran apoyo. Pero hay varios puntos para destacar.
Su accionar en los años 90 fue denunciado por el abogado antioqueño Jesús María Valle, quien fuera confrontado por el comandante de la IV Brigada de Medellín y el entonces gobernador de Antioquia, Álvaro Uribe Vélez, cuyo nombre ha estado muy ligado al desarrollo del paramilitarismo por distintas razones, en numerosas denuncias como la masacre de El Aro, aunque nada se ha probado a hoy.
Valle fue asesinado. El entonces magistrado auxiliar de la Corte, Iván Velásquez, desarrolló una profunda investigación sobre el paramilitarismo y cuando se acercaba a las fuentes de financiación fue removido de su cargo por presiones de poderosos y el trabajo con sus denuncias murió donde mueren todos los procesos que involucran a los pesos pesados de nuestra política: en la Fiscalía.
Vuelve a surgir el nombre de Pedro Juan Moreno, secretario de Uribe, como gran impulsor del paramilitarismo. Murió en un accidente de helicóptero nunca bien explicado, cuando se alejó de Uribe, en ese entonces Presidente.
Aparece de nuevo el nombre de Francisco Santos, de la casa El Tiempo en esos momentos, a quien hace mucho se le acusa de haber solicitado la creación de un bloque paramilitar en Bogotá. Dijo Mancuso que incluso se reunió con directivos de esa casa editorial.
No peude pasar desapercibido el papel que tuvieron varios de los grandes medios en el auge y respaldo al paramilitarismo. Citaba alguien en Twitter que había hecho su tesis universitaria sobre el mensaje y el pensamiento paramilitar en El Tiempo.
En El Colombiano, en Antioquia, en las páginas editoriales un columnista defendió ese proyecto y sus varios artículos sobre el tema fueron publicados sin problema alguno.
Pero donde más se notó el vínculo o la defensa de esos grupos fue en presentar a las Farc como el principal problema, la mayor amenaza para el país, cuando todos los datos han mostrado que fue mucho mayor la violencia generada por los paramilitares.
Casi sin excepción respaldaron y amplificaron ese mensaje. Convocaban a marchas contra las Farc, por ninguna contra el paramilitarismo. Una apuesta que incidió en la expansión de la violencia.
Mancuso volvió a meter el dedo en esa herida profunda de la vida colombiana. Miles de paras junto a militares, con el respaldo y visto bueno de políticos y gobernantes, llenaron de sangre a Colombia, yendo casa a casa, pueblo por pueblo, vereda por vereda buscando supuestos guerrilleros o auxiliares para ejecutarlos, imaginándoselos muchas veces, adivinando en muchas otras ocasiones, lista en mano con nombres soplados por informantes a los que se les creyó siempre lo que decían.
Un modus operandi que, se viene a la cabeza, se vivió en la operación Orión en la Comuna 13 en Medellín (otra vez aparece el nombre de Uribe), siendo famosa la foto de un informante encapuchado que va señalando de quienes creía milicianos, mientras lo siguen miembros de la fuerza pública.
Siquiera hoy las averiguaciones las hace la JEP y Mancuso colabore. Si estuviera en manos de la Fiscalía volvería a archivarse. Esto, sin embargo, no significa que esta vez sí vaya a haber justicia. No solo depende de los nombres que suelte Mancuso, pues existe un aparato montado para negar cualquier acusación y lavar el nombre de quienes por acción u omisión participaron en esta horrenda página de nuestra historia.
Maullido: qué ganas tienen muchos de alentar un golpe de Estado.

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