Extraña y preocupa la indiferencia de la gente, en particular de los
tomadores de decisiones a todo nivel, frente a los acontecimientos actuales generados
por el calentamiento global y el consecuente cambio climático.
Es una realidad que la mayoría no conoce del tema y ve las noticias
alarmantes de las olas de calor y severas inundaciones como algo lejano,
pasajero y creen muchos que el desastre de nuestra civilización no está cerca,
y que las medidas tomadas hasta hoy (casi ninguna exitosa) contendrán el
problema.
Nunca se les escucha a los Uribe, a los Vargas Lleras, a los Gaviria, a
los Fajardo ni a los Fico hablar del asunto. Es como si nada estuviera
sucediendo. Julio será el mes más caliente en más de 130 años de mediciones (de
hecho las tres primeras semanas ya lo han sido) y 2023 se encamina a desplazar
a 2016 como el más caliente de la historia documentada.
Nada menos ayer el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres
recalcaba que “el cambio climático está aquí. Es terrible. Y es solo el
comienzo”.
Los océanos registran temperaturas récord y un estudio esta semana en
Nature Communications sugiere que la corriente circular del Atlántico, que
regula el clima de buena parte del planeta, se está debilitando. “La era
hirviente ha llegado”, enfatizó Guterres.
Los países no hacen mucho. Como demostró la activista sueca Greta
Thunberg, esconden emisiones. Y las explotaciones y uso de combustibles fósiles
van en aumento, pese a que se deberían reducir 45 % a 2030 y llegar a cero en
2050. En 2022 tuvieron un nuevo récord al alza.
Acá el único que tiene claro lo que se viene es Gustavo Petro. Y los
políticos tradicionales, los formadores de opinión y los medios le caen con
todo tipo de descalificaciones frente a su programa de transición energética.
Cierto, Colombia emite poco en el contexto global y las grandes potencias
industrializadas han sido las culpables de esta crisis junto a las petroleras,
que ocultaron desde hace 50 años los daños que hacía el petróleo al clima y aún
hoy cabildean y mienten sobre sus propósitos de rebajar la explotación.
Es cierto, pero el país puede dar ejemplo y acelerar la transición de
modo que en la próxima década sus ingresos no dependan del petróleo y haya
descarbonizado la mayor parte de su economía.
Existe un consenso global de que los combustibles fósiles son el grave
problema, ¿por qué no actuar? Claro, por dinero.
¿Creen nuestros tomadores de decisiones que estamos exentos de las
consecuencias? ¿Qué hacen para blindar a los dos millones de colombianos que
tendrán sed cuando desaparezcan los nevados, seguramente a partir de la próxima
década? ¿Qué hacen para ayudar a los cientos de desplazados por la erosión
costera en la costa norte? ¿Qué proponen para reducir el calor en las ciudades
o para disminuir los cada vez más frecuentes desastres por las lluvias
torrenciales?
El objetivo de las conversaciones en Naciones Unidas para contener el
calentamiento y que no aumenten los desastres es que la temperatura no suba
1.5° C sobre los finales de los años 1700, una meta que siendo realistas ya no
se alcanzará. Llegamos ya los 1.1° C - 1.2° C y la crisis es seria, como puede
verse, ¿cómo será el precio por no actuar a tiempo cuando lleguemos a los 1.5 °
y pasemos de largo? Lo que hoy se gana por la explotación petrolera habrá que
destinarlo a pagar para la atención de los desastres.
Sí, Petro está del lado correcto de la historia así nuestros políticos
tradicionales, empresarios e industriales, medios y formadores de opinión sigan
actuando como si nada pasara.
Una transición energética de acá a la próxima década no solo permitiría
que se acelerara la diversificación de muchos sectores de la economía, como el
turismo y las exportaciones, sino que serviría de ejemplo para todos reduzcamos
el uso y el abuso de las diversas energías sucias, algo que haría más vivibles
nuestras ciudades y mejoraría la salud de millones de colombianos.
Los que están del lado equivocado son otros.
Maullido: sabia decisión de Petro no hacerle caso a la nefasta
procuradora, la politiquera Margarita Cabello.

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