El peligro para la democracia no ha sido el presidente Gustavo Petro,
no. Es el fiscal Francisco Barbosa, quien ha encontrado en aquel la forma de
ganar imagen con fines políticos futuros.
No ha sido Petro quien ha socavado la libertad de prensa, sí Barbosa que
elige qué medios no convoca a las ruedas de prensa y que ha formado una
inquietante llave con la cuestionada periodista Vicky Dávila y la revista
Semana para filtrarle las informaciones, situación denunciada en su columna por
Cecilia Orozco.
Lo decía hace tres años un analista en Razón Pública: ante la mala
imagen del momento, Barbosa optó “por hacer de la investigación penal un espectáculo
mediático y un escudo para sus amigos”. (Recordemos que nunca avanzó en las
múltiples denuncias bien fundamentadas sobre el gobierno de su amigo del alma
Iván Duque y designó fiscales opacos para llevar casos como el de Uribe y
convertirse no en ente acusador sino defensor).
Sí, porque una de las características de su gestión ha sido engavetar
delicadas investigaciones contra personajes cercanos a él o a sus amigos,
llegando a acosar a fiscales que sí cumplen su deber de investigarlos.
Tras la mediocridad que le daba poca aceptación no solo encontró refugio
en los shows sino que halló en Petro el caballito de batalla contra quién
dirigir todas sus acciones, ahí sí sin engavetar nada.
No extrañó entonces que con bombos y platillos anunciara ante las
cámaras que se habían reanudado las chuzadas en este gobierno, dejando ver su
incompetencia pues fueron fiscales quienes ordenaron hacerlas en el sonado caso
Sarabia.
Ya antes la había emprendido contra todo lo que oliera a Petro. Rechazó
casi a gritos la paz total, afirmó que el presidente no luchaba contra el narcotráfico
y lo llamó irresponsable, le dijo dictador y que lo había engañado.
No desaprovechó hasta ahora foro para irse contra Petro. Y claro que
debe cumplir su deber (así lo incumpla en cantidad de casos) investigando a
Nicolás Petro, y lo ha hecho con un ahínco no visto en sus demás actuaciones.
Cuando Petro le ha respondido, con voz fingida y lastimera ha salido a
decir que le puso una lápida en el cuello a él y a su familia.
Ahora el diario La República lo enaltece informando que en su encuesta
sobre el desempeño de los funcionarios el único que ganó el año fue Barbosa con
un tres raspado, nota de mal estudiante, pero al fin y al cabo aprobado.
Sí, Barbosa ha utilizado la Fiscalía sin escrúpulos y Petro le ha
servido para tratar de escalar en sus aspiraciones políticas. Ahora ataca el
proceso de paz con el Eln denunciando un supuesto plan para asesinarlo que solo
él conoce. Sabe cómo funcionan nuestros medios y cómo amplificarán su voz,
convertidos hoy en caja de resonancia de todo lo que sea contra el presidente.
Es que si se saca del inventario todo lo que ha hablado contra Petro,
haciéndolo en shows mediáticos o ante foros concurridos, ¿en qué queda la gestión
de Barbosa? Sí, en casi nada.
Por todo lo que ha dejado de hacer, por la forma como ha escogido casos
y por el maltrato a la libertad de prensa, el peligro para la democracia
colombiana es el fiscal.
Como es tanta la oposición del establecimiento contra Petro, callan
todos frente a los abusos de Barbosa y esto puede salir caro.
Maullido: Creo que a Álvaro Uribe se le baja la presión cada que oye la
palabra paz. Lo suyo es otro cuento.

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