Nota: esta columna se escribió antes de conocerse las noticias sobre las declaraciones de Nicolás Petro y la campaña de Gustavo Petro. Sin embargo tiene plena validez.
Son más positivos que
negativos los hechos del gobierno de Gustavo Petro en su primer año, una nueva
forma de gobernar y un cambio que se consolida poco a poco, pese a
contrariedades en algunas de sus reformas.
Pero cómo no va a ser
cambio llegar a los más olvidados, convirtiéndolos en el centro de atención de
diversos programas y en muchas reuniones. Cómo no va a ser cambio avanzar en la
reforma rural que han esquivado todos los gobiernos anteriores y jugársela de
nuevo con la paz, así considerarla paz total haya sido un poco aventurado,
aunque esa ha sido la intención, difícil de cumplir en un país no solo con
múltiples violencias sino marcado por el odio en todos los componentes de la
sociedad.
Cambio es invitar a los
ciudadanos a ser factor influyente en las reformas sociales, siempre ignorados
por gobiernos acostumbrados a mandar solo con los políticos de su coalición y
los diversos gremios de la economía.
También es cambio darles
mayor participación a las mujeres en el gobierno y crear el Ministerio de la
Igualdad, resistido por quienes siempre se han creído superiores a los demás.
No menos lo es el respeto a
las decisiones judiciales, acostumbrados que estábamos a gobiernos como los de
Álvaro Uribe Vélez e Iván Duque, que cuestionaron todo lo que no les convenían
o en lo que no creían, en particular las acciones sobre amigos o familiares o
cuando jueces no les siguieron los dictados sobre quiénes debían ser
condenados.
Asimismo es cambio haber
depurado las fuerzas armadas, hacer respetar los derechos humanos como pocas
veces antes y haber cambiado la política contra el narcotráfico.
Cómo no va a ser una
alteración del orden plantear una transición energética, convencido como está
el presidente de la hecatombe climática que exige sacrificios, transición que debe
aclararse y consolidarse en lo que resta de periodo.
Colombia está un poco
mejor hoy, pero todo lo que hay que hacer no se logra en un año. Se nota, eso
sí, un derrotero que trazó el gobierno y se cumple de a poco. Hay un norte.
A pesar de lo que afirmaban
y gritaban a los cuatro vientos opositores, que veían en Petro a un peligro
para la economía, esta va bien, sin sobresaltos. Se ha reducido algo la
inflación y el desempleó bajó a un dígito. La inversión extranjera no se ha
espantado y antes ha crecido, mientras que el dólar no se pegó la disparada que
vaticinaban aves de mal agüero y ha bajado. Y se cumple la norma fiscal.
Incluso tomó la valerosa
decisión de ajustar los precios de la gasolina para solventar un fondo que de
manera irresponsable desfinanció el gobierno Duque.
Esto controvierte voces
que aún se escuchan sobre decisiones del gobierno que decían alborotaban los
mercados y nada de eso ha ocurrido.
Todavía hay quienes, como
el exministro de Hacienda Juan Camilo Restrepo, cada vez más tirado hacia
posiciones de la derecha, casi la extrema, quienes dicen que todo esto se debe
a la inercia por la economía mundial.
Como todo gobierno ha
habido hechos que generaron mucha bulla y que afectaron la imagen de un
gobierno auscultado por los medios de comunicación como nunca antes en la
historia republicana lo habían hecho con otro gobernante, situación que ha
hecho que el propio Petro tenga que estar aclarando parte de lo que desinforma
la prensa a diario.
Algunos nombramientos
diplomáticos, la demora en nombrar Mincultura, el remezón ministerial con la
salida de ministros que estaban haciendo buena gestión como Cecilia López y
José Antonio Ocampo, el incumplimiento en varios compromisos, están entre esas
situaciones que generaron amplio rechazo, porque otras como el affaire
Sarabia-Benedetti y lo sucedido con su hijo Nicolás no son de su entero
resorte, aunque fue aprovechado por una posición para armar escándalo,
oposición de dicho de paso ha sido superficial y poco seria pues se ha reducido
a las meras anécdotas.
Vendrán en este segundo año retos como
mantener bien la economía ante el siempre cambiante panorama internacional y
ver cómo logra mover sus tres reformas (salud, laboral y pensional) en el
Congreso, pero esto ya es parte de las negociaciones políticas propias de
cualquier gobierno, sea que logre sacarlas como se plantearon o no.
Tras este primer año queda
claro que el establecimiento, ese comandado por los poderosos gremios, los
políticos tradicionales de partidos tradicionales y corruptos, las personas
acaudaladas y unos medios dependientes del gran capital, ha sido el gran
opositor a cualquiera de los programas del gobierno y para ello no ha
escatimado esfuerzos (como en el caso de la transición energética o la reforma
laboral que toca intereses de los hasta ahora intocables).
A hoy no se han podido
oponer al cambio, un cambio que avanza.
Maullido: por donde se
mire, el fiscal Barbosa ha sido un gran fiasco para la aplicación de justicia.

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