Si se desconectan las redes sociales y se permite que la información
llegue de los medios no tradicionales, ¿es tan catastrófico el gobierno de
Gustavo Petro como se vocifera en esos medios y plataformas?
No ha sido un gobierno exento de problemas y de polémicas, generadas
muchas por las confrontaciones en las redes o por decisiones que merecen
cuestionamientos. Pero ¿es todo tan malo?
No es fácil lidiar con el sistema de comunicaciones oficiales,
comenzando por el propio presidente porque muchas no son bien meditadas ni
sometidas a escrutinio previo. Por eso en ocasiones se hacen anuncios rimbombantes
que no son bien recibidos o se responde con cifras no decantadas.
Sí, hay problemas con el nombramiento de algunos funcionarios que no parecen
con el perfil ideal para los cargos y se han modificado requisitos para
acomodar a otros, dos hechos que no solo generan mucho ruido, sino que no son
para nada ortodoxos en el manejo de la cosa pública.
La economía no va mal si nos atenemos a varios de los principales
indicadores, como desempleo, inflación, situación del peso para citar unos, si
bien permanecen nubarrones como la desaceleración del PIB que merecen mucha
atención y causan inquietudes justificadas.
Los números que entrega el Ministerio de Defensa hablan de un notable aumento
en el decomiso de drogas ilícitas, afectando las finanzas de los grandes grupos
de narcotraficantes.
Se han entregado cientos de miles de hectáreas a campesinos para
reactivar el campo y contrario a lo que tanto se cacareó hasta comienzos del
gobierno, no se expropió a nadie. Además, aumentaron los auxilios para decenas
de miles de personas necesitadas y se ha escuchado a las comunidades en zonas
alejadas donde la pobreza y la violencia bailan siempre juntas, si bien será
necesario pasar a las acciones sin olvidar que en no pocos casos las soluciones
no son tan complicadas ni se necesitan obras faraónicas. Lo que la gente pide
es atención a sus problemas diarios.
Hay por ahora otros dos grandes temas que generan mucha controversia y
que no terminan de convencer, máxime con la actitud pendenciera del ministro de
Salud, pues la reforma todavía genera demasiadas dudas, que aumentan con los
datos entregados desde un gobierno empecinado en hacer valer solo su punto de
vista.
El otro es el de la paz total, porque sin centrarnos en el nombre, se
sabe que no abarcará a todos los grupos que generan violencia don distintas
modalidades de delincuencia. Uno de los problemas es que no se tiene claro qué
habrá al final de la negociación con cada uno de los actores, fuera de que las
treguas pactadas han sido rotas con frecuencia, hechos que aumentan la
desconfianza de diversos sectores de la sociedad.
Hacer un balance de un gobierno en pocas líneas no es fácil. Pero la
idea es mostrar que sin el ruido de las redes y sin la desinformación y
tergiversación que sobre todas las actuaciones del gobierno crean los grandes
medios tradicionales, muy anclados en el sector reaccionario de la sociedad, se
comprende que el panorama no es tan aterrador. Ha habido logros importantes y
subsisten problemas muy serios, así como amenazas por decisiones cuestionables
de los organismos de control.
No todo es lo malo que se quiere hacer ver con el objeto de cimentar un
posible futuro gobierno de derecha y borrar de la historia los avances que se
logren en este cuatrienio.
Maullido: el daño que han hecho Margarita Cabello y Francisco Barbosa a
la institucionalidad, al país, rebasa por mucho los cálculos más timoratos.

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