El fenómeno de El Niño tiene a muchos asustados. Fue intenso en enero y
diciembre estuvo más seco. Los incendios que se desparramaron por diferentes
sitios fue la gota que colmó el vaso. En res sociales se formó una discusión
entre quienes pedían no tener más hijos para no desajustar más este planeta y
aquellos que piensan que ese no es el problema.
Era hora de que más personas se inquietaran por el cambio climático. Si
bien El Niño es un fenómeno natural, el nuevo clima que creamos lo intensifica.
En otros países, no sé qué tanto en el nuestro, en particular en Estados Unidos
y Europa occidental cada vez se escucha más a mujeres y parejas que no desean traer
hijos a este mundo rodeado de maldad, de guerras y ahora sofocados por el
clima, que será peor cada vez.
Muchos no creen en el calentamiento ni en el cambio climático. Lo niegan
empresarios y políticos en países desarrollados, como el particular y nefasto
señor Trump en Estados Unidos, que no solo creen que no existe sino que, por
tanto, los combustibles fósiles nada tienen que ver.
Acá si bien no hay políticos que lo nieguen de frente, tampoco les
inquieta el tema y, tal como allá, ven con buenos ojos la creciente exploración
y explotación de petróleo y gas, actividades que generan mucho dinero.
Pero volvamos al tema. No tener hijos no significa que la situación mejorará.
Frente a quienes dicen que con uno basta, puede hacer más daño al planeta uno
que dos o tres, incluido el natural consumismo de más personas. Depende de diversos
factores.
Desde los años 70 las petroleras le metieron el cuento al mundo de que
el problema es la gente, no lo que ellas producen. Son importantes menos kilos
de plástico por persona, racionar el agua y la energía, disponer los residuos,
mas ese no es el gran problema: son los cientos de millones de toneladas de CO2
que van a la atmósfera cada año por el uso de los combustibles fósiles, que se
siguen sacando en cantidades desorbitadas porque ese es el negocio socio. Y
seguirá siéndolo algunas décadas más.
No es el crecimiento poblacional, que se ha ralentizado en muchas
regiones, el culpable de que cada vez pueda presentarse El Niño más fuerte. En
general se cree que la Tierra puede con muchos cientos de millones de humanos
más. Lo que aprieta el acelerador es la desigualdad, la injusticia social. El
10 % más rico del mundo responde por 50 % de las emisiones. Es el gran consumidor,
el gran utilizador de los combustibles fósiles. El 1 % más rico produce tanto
carbono como 5000 millones de personas, según reciente reporte de Oxfam.
Pasará El Niño en dos o tres meses y seguro quedarán muchos más
estragos, tal vez la angustia que hoy sienten de tantos se olvide y recuperen
el aliento, pero no volveremos a vivir en la Tierra como la conocíamos: vendrán
inviernos más fuertes, inundaciones, otras sequías, tormentas cada vez más fuertes, pérdida
de vidas, de cosechas, de viviendas. Nuestro mundo se desdibujará, o, mejor, se
dibujará de nuevo. Y saben, las peores consecuencias no la padecerán aquellos
que representan el 1 % más rico (que ya hablan de la necesidad de repoblar el
planeta (entre ellos Elon Musk), claro según su conveniencia: que haya más ricos como ellos), lo peor
lo sufrirán aquellos 5000 millones que menos aportan a la debacle climática.
Sigan desentendidos.
Maullido: no me genera nada de confianza el gobernador de Antioquia.

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