No hay golpe contra Petro ni
lo habrá, así hay sectores extremistas interesados, pues no les conviene
incluso a los que mandan el país: esa derecha, ese orden político, económico y
social que no permite cambios drásticos, como dijo en estos días Hernando Gómez
Buendía.
Hoy sí el gobierno está en
una encrucijada y no se resuelve en Twitter (X), con bots o con hordas de
seguidores que todo lo aplauden y no admiten crítica alguna. El problema es que
si fracasa dará tiro al regreso de la derecha con el lema de enderezar lo que
la izquierda torció. Ni más ni menos.
Han tratado por todos los
medios de impedir que se gobierne, es un hecho. Las fuerzas de derecha son muy
poderosas: desde los medios con su desinformación diaria, hasta los gremios y
asociaciones con su rechazo a toda propuesta, pasando por partidos políticos y
sus principales voceros deslegitimando cualquier acción del gobierno e incluso
recurriendo a viajes al exterior para desacreditar al presidente.
Es muy difícil cambiar un
sistema que todos ellos han parasitado de una u otra forma y hasta han
engendrado todo tipo de corrupciones. Se han beneficiado los empresarios con
exenciones y desmejoras laborales de sus trabajadores. También los
terratenientes que poco producen y poco aportan al bienestar general. Ni qué
decir de los políticos con sus cuotas burocráticas y el aprovechamiento del
erario a su voluntad.
El gobierno está además en
una encrucijada porque no se apartó de las costumbres clientelistas de siempre,
que uno pensaba no tendrían cabida en el primer gobierno de izquierda. Se ha
equivocado. No ha podido demostrar que se puede gobernar en bien de la mayoría
de los colombianos, de los más desprotegidos, sin necesidad de recurrir a las
prácticas y mañas de los politiqueros tradicionales. Todo esto ha generado
mucho ruido, desconfianza en el cambio o al menos en el modo de poder hacer las
cosas de otra forma.
También lo está porque se
ha trenzado en toda clase de peleas y discusiones diciendo que no lo dejan
gobernar, cuando eso era sabido que iba a suceder. Pasa incluso en muchos
países desarrollados donde los opositores frenan las iniciativas
gubernamentales.
Quedan solo dos años y
medio de gobierno, muy poco para concretar gran des transformaciones, aunque se
puede comenzar a concretar más allá de las grandes reformas en manos del
Congreso y que significarán un desgaste grande así se aprueben. Así se apruebe
la de la salud no es la que salvará el cuatrienio.
Hay sectores en los cuales
todavía puede activar la gran y ansiada transformación del país y a ellos debe
enfocarse. Las escuelas, acueductos, viviendas y otras obras son importantes y
deben intensificarse en la agenda en las regiones que siempre han estado
relegadas, pero hay que acelerar. Lograr la transformación agropecuaria es una de
esas áreas que debería ser prioridad y esta sí que cambiaría al país y
justificaría de sobra los cuatro años del gobierno, pero va a cuentagotas a
pesar de tener el camino expedito.
Pensar que el turismo, la transición
energética y la paz total serán los salvadores, tampoco porque les falta mucho
para cuajar y esta última solo será parcial así así sea un gran logro:
cualquier fusil que se silencie es una victoria de la vida.
Son unos 30 meses que le
restan al gobierno, muy poco para los grandes avances. Pasaron 18 meses con un
sabor agridulce. Depende del presidente el camino a seguir. Y si bien la red X
es útil para aclarar informaciones y divulgar logros, y aunque en ella están
los políticos de peso y dirigentes gremiales, no llega a la gran masa, esa que
sí conquistan varias veces al día los medios tradicionales con su andanada de desinformación
que sí llega a la inmensa mayoría, esa que en gran parte es acrítica que traga
entero
En solo cuatro años no se
cambia al país, ni sus prácticas politiqueras ni los grandes beneficios para
las élites, pero si no se actúa con prudencia y decisión, pueden ser solo
cuatro años de gobierno progresista.
Maullido: duele lo poco que
a los gobernantes importan la cultura y la ciencia, dos sectores
transformadores de realidades.

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