Se hizo gracias a las Farc, de las cuales tejió su poder. Quiso
extralimitarse y empleó medios no solo poco ortodoxos sino poco éticos para alcanzar
sus cometidos.
Con su seguridad democrática reconquistó a sangre y fuego varios
corredores viales y regiones, pero muchas siguieron en manos de los grupos
armados ilegales. No le importó quién caía, solo fuego y sangre.
Fue armando una burbuja de un poder tal que lo llevó a perseguir a sus
contradictores y ahí tampoco le importaron los medios: chuzadas a las Cortes y
trapisondas para hacer caer al magistrado auxiliar Iván Velásquez Gómez,
investigador de la parapolítica.
Adelantó un proceso irregular de paz con paramilitares, que eran simples
delincuentes con un poder cada día mayor y causantes de la mayor parte de los
crímenes de esos años.
Asociado siempre con erl paramilitarismo, desde su paso por la
Gobernación de Antioquia y la creación de las tristemente famosas Convivir, les
dio jaque mate a las cabezas de ese movimiento extraditándolos para que siempre
quedara un manto de duda sobre lo que confesaran.
Trató de reelegirse por segunda vez y de nuevo usó métodos ilegales, que
condujeron a la cárcel, después, a miembros de su equipo de gobierno y a una congresista.
Cuando tuvo que entregar la Presidencia comenzó a incitar a sus
seguidores con un fin claro; que lo protegieran por si algo legal podía
pasarle.
Fueron cayendo varios de sus alfiles, por los que clama aún hoy, pero
nunca lo tocaron a él.
Lo ha perseguido no solo la sombra de los falsos positivos producto de
su política de fuego y sangre contra su enconado enemigo, las Farc, sino
acusaciones sobre participación de una u otra forma en masacres como las de El
Aro y La Granja en Ituango, Antioquia, supuesta vinculación que duerme el sueño
de los justos en los entes investigadores.
Defensor a ultranza del capital como valor supremo de la sociedad porque
genera empleo y trae progreso, capital con el cual colaboró reduciendo
beneficios laborales de los trabajadores y al que siempre dio trato
preferencial.
Amante del dinero y la tierra no fue de extrañar el intento por anexarse
unos baldíos a su extensa propiedad en Córdoba, ni tampoco ha causado sorpresa
que una y otra vez, incluso por estos días, se expresa en contra del aumento
del predial rural porque, dice, expropiaría a quienes poseen tierras, así sean
inmensas posesiones.
Es el primer expresidente en recibir acusación formal para ser llevado a
juicio e independiente de si hay condena o no en el caso pro soborno de
testigos, quedará marcado, como marcado quedó cuando la Corte ordenó su
detención y fue reseñado por el aparato penitenciario, situación que llevó,
asustado, a renunciar a su curul en el Congreso.
Si bien no se sabe si vendrán otras acusaciones formales por las demás
denuncias sobre su cabeza, se puede afirmar que hasta el fin de sus días este
hombre, que fue el más poderoso de Colombia en la primera década del siglo, que
todavía conserva parte de ese poder, representado en un movimiento político que
cierra filas a su alrededor, sienta pasos de animal grande detrás suyo y no pueda
vivir ya tranquilo ni acá ni en el exterior, pues ni la inmunidad diplomática con
la que lo benefició Juan Manuel Santos, a quien considera su archienemigo,
podrá protegerlo en un momento dado.
Es Álvaro Uribe Vélez, el expresidente que, qué paradoja, por ese afán
casi irracional de combatir las Farc fue transitando poco a poco por caminos
poco santos que le hicieron perder el rumbo y creerse intocable.
Maullido: qué insípido comienzo de gestión del gobernador de Antioquia,
Andrés Julián Rendón. Parecería que le va a quedar grande el cargo.

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