Fue una revoltija, casi
una pelotera. Los que se llaman de centro marcharon en la marcha convocada por
la derecha y la extrema derecha, el Centro Democrático. Marcharon junto a los
antiderechos (aborto, personas LGBTI, educación gratuita, drogas, etc.) y para
ello se valieron de un lavado mental: es una marcha de inconformes con el
gobierno en la que todos cabemos.
Sí, eso hicieron, y se
ufanan, los de ese centro, pero como veremos es parte de lo que son unos
plastilinos moldeados según las circunstancias.
Recordemos que muchos de
ellos se alinearon antes con el candidato corrupto de derecha, Rodolfo
Hernández, a quien algunos exponían como un modelo.
Marcharon, repitieron,
inconformes con el gobierno. Pero nunca se les vio marchando contra la severa
represión de Iván Duque durante las protestas de 2020, represión criminal que
ya deja muchos casos cerca de fallo judicial condenatorio.
El gobierno derechista (o
de extrema) de Duque les pareció maravilloso, o al menos pasable para no salir
a las calles.
Pasada la marcha del 21
ninguno de esos líderes de ese extraño centro se pronunció con firmeza contra
la violencia verbal y simbólica de la derecha, cantando la muerte al presidente
Gustavo Petro, portando hasta féretros y, de ñapa, aplaudiendo el genocidio de Israel en Gaza y al abusador Bukele.
Bueno, al fin y al cabo, su
conciencia les dictó que en la marcha todos cabían, dijeran lo que dijeran e
hicieran lo que hicieran.
Son de centro y rechazan
todas las reformas del gobierno Petro y al mismo presidente, con frecuencia con
tono subido, que, bien extraño, nunca lo han hecho con los gobiernos de derecha
que han gobernado este país hasta donde la memoria llega.
¿Saben por qué son así?
Porque el centro no existe. Lo dijo con claridad la dama de hierro inglesa (tal
vez mejor terrorista de Estado) Margaret Thatcher, quien mandó muchos años en
el Reino Unido: estar en el centro de la carretera es muy peligroso; te
atropella el tráfico de ambos sentidos.
La mayoría de los
colombianos se dicen de centro, casi el 50 %, pero vota por la derecha o por la
izquierda en algunas de las pocas oportunidades en que le han dejado asomar la
cabeza a esta.
Leía a un columnista
español en La Voz de Galicia que la mediana es una línea, no un espacio para una fuerza política y
por eso nunca se logrará forjar una mayoría centrista. Colombia es claro
ejemplo de ello.
Más contundente es el
sociólogo y lingüista estadounidense George Lakoff, autor de libros como Moral
Politics: el centro ideológico o político no existe. Y explica: es imposible
colocar la mayoría de los asuntos que se manejan en la política, como
impuestos, el aborto, derechos LGBTIQ, eutanasia, drogas, salud, educación para citar unos, en
un punto medio: muchos de esos temas son de sí o no, no hay escala,
no hay término medio.
Esos que se llaman de
centro además tienen sus principios e intereses y en unas cosas son
conservadores, en otras progresistas o liberales.
Es por esto que esos
partidos que se dicen de centro se mueven como borrachos, a veces para la
derecha y otras para la izquierda, aunque en nuestro país casi siempre han
tirado hacia la derecha, se identifican con ella. Lo de la marcha no fue
casualidad.
El centro no existe. Por
eso, dichosos, los que así se denominan, salieron a marchar junto con la
extrema derecha y todo lo que ella representa. Al fin y al cabo, tienen unas ideas
y una mente muy maleables que les permiten acomodarse.
Los plastilinos.
Maullido: si un extranjero
entra a Medellín decenas de veces, ¿será que viene a comer bandeja paisa? Por
eso la ciudad es ahora la capital mundial de la explotación sexual infantil.

Comentarios
Publicar un comentario