Trina el presidente Gustavo Petro y brinca la prensa y trina Petro
porque la una parte de la prensa tradicional sigue acosando su gobierno con
informaciones sesgadas o falsas y tapando lo positivo que ejecuta.
Está muy claro que el deber de la prensa es destapar todo aquello que
huela mal, sea en el gobierno de quien sea. Y ha cumplido con creces su
objetivo en la administración Petro divulgando sonados casos de corrupción,
desde lo acontecido con los carros tanques de La Guajira y otros entuertos de
la UNGRD hasta las denuncias sobre actuaciones irregulares o ilegales de Nicolás
Petro en la campaña electoral.
Pero el sesgo de nota de inmediato y es fácil de explicar sabiendo
quiénes son los dueños de la gran prensa. No se investigó del mismo modo al
ahora expresidente Iván Duque y, es más, tampoco ahora que se han descubierto varios
posibles casos de corrupción en su gobierno: han ignorado la parte que
corresponde a ese gobierno y se han centrado en el actual, como en las recientes denuncias sobre un robo en la SAE.
Sí, el presidente Petro se ha extralimitado en algunas afirmaciones
sobre periodistas, mas, repito, está en el derecho de reclamar imparcialidad a
los medios, reclamo que para nada limita la libertad de prensa, que ni un
segundo se ha visto amenazada.
Es que lo del periodismo es lamentable a la luz de la ética
periodística, a la luz del deber ser del periodismo. Mientras periodistas
indican con voz alzada que se les está poniendo en riesgo, no evalúan el riesgo
que para la democracia implican las noticias falsas o acomodadas, que además
ayudan a polarizar más el ambiente político.
El reciente caso de una denuncia sobre posibles chuzadas a magistrado,
hasta ahora, digo, hasta ahora, no ha pasado de ser un chisme de Whatsapp y fue
difundido con despliegue por muchos medios. ¿Es eso ética?
Con todo el respeto que merece la batalladora periodista María Jimena
Duzán, una columna en un medio no es la manera de expresar un derecho de
petición a un funcionario. Hay medios ordinarios y legales para hacerlo. Y
armar escándalo por eso tampoco está bien. Es que nadie está obligado a leer y
menos a responder lo que un columnista publica.
Se sabe que el gremio periodístico es enemigo de la autocrítica y que no
se le puede enrostrar nada porque de inmediato aparece una solidaridad de facto
para protegerse entre sus integrantes, solidaridad muy sentida entre la gran
prensa capitalina. Y como no existen tribunales de ética, solo una organización
que propende por la libertad de prensa, hace y deshace (y no solo me refiero al
caso Petro, hay muchos otros ejemplos) y ay de quien cuestione: le caen en
gavilla.
Es deber de la prensa seguir fiscalizando a este gobierno, para
tranquilidad de todos y para desenmascarar a quienes actúan con oscuros
intereses en favor propio o de terceros, así como para mostrar decisiones
erradas, pero también es un deber, principio básico del periodismo, apoyarse en
hechos tangibles, incuestionables y no en conjeturas, chismes ni inventos, por
el bien de la misma democracia que dicen los periodistas se ve amenazada cuando
los critican.
Y esto, es una gran lástima, no lo está haciendo la mayor parte de la
prensa tradicional.
Maullido: muy bajo Daniel Quintero Calle haciendo politiquería con la
tragedia del metrocable.

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