El gobierno Petro, primero de izquierda, ha permitido ver cómo la
derecha, y todo lo que representa y proclama, ha tratado por todos los medios
frenar las propuestas que favorecen a los menos favorecidos.
Además, por vez primera se vive con tanta intensidad la acción del gran
capital contra las medidas que buscan darles más beneficios y oportunidades a
los que menos tienen.
Se ha visto en los grandes proyectos que discute el Congreso. Las
reformas a la salud, pensional, laboral y a la educación. Los argumentos para
negarlas ha sido el mismo: el supuesto ataque a las empresas, al gran capital.
En cuanto a la salud y la pensional es demasiado claro: son sectores
apuntalados por grandes y poderosos grupos económicos, que sienten que pierden
todos o parte de los cuantiosos recursos que reciben.
¿Con qué se nutren y obtienen jugosas ganancias los Fondos de Pensiones?
No es dinero propio. Invierten los dineros ajenos (de los cotizantes) en diversas
áreas y proyectos y reciben una enorme recompensa.
¿Con qué han construido sus centros médicos las grandes EPS privadas? Utilizan
los dineros de los cotizantes y los que gira el gobierno.
Por esto gremios, dirigentes de derecha y políticos pegan el grito y han
tratado por todos los medios de evitar los cambios.
Como si fuera poco, buscaron aprovechar la Ley Estatutaria de Educación,
que al final hubo que hundir, para destinar recursos públicos a institutos
privados del sector terciario. Bien dijo Petro: unas EPS educativas de garaje.
Y a la ley de la jurisdicción agraria, aprobada contra el tiempo, se le
vienen oponiendo terratenientes e industrias poderosas, que defienden al
latifundio como la única y mejor manera para producir bienes agropecuarios, que
han contado con voceros de la extrema derecha que han aprovechado sus espacios
para irse contra la ley, el caso de Germán Vargas lleras.
Aprobada la pensional, se anunciaron varias demandas. Es cierto que en
el país se demanda todo, pero en este caso es la resistencia del capital a
perder un enorme negocio o verlo disminuido.
Y de la reforma laboral afirman que es un ataque a la empresa, que es gran
generadora de empleo, atribuyendo a este la manera más expedita para disminuir
la pobreza y la desigualdad, lo que no es cierto a la luz de los análisis de expertos
de talla mundial como Thomas Piketty y Anthony B. Atkinson.
E ignoran a propósito que en las sucesivas reformas tributarias de este
siglo se les concedieron grandes beneficios a los sectores productivos más
poderosos, a cambio de que generaran un empleo que nunca crearon. Y con ese fin
también se desmontaron beneficios de los que gozaban los trabajadores, que hoy
tratan de impedir que se les regresen.
Ha sido el pataleo del gran capital, sus representantes de la derecha y
políticos afines para impedir que más recursos vayan a quienes más los
necesiten y no inflen más los bolsillos de los ricos y superricos. Y no dejarán
de hacerlo en lo que resta el gobierno.
Maullido: ahora el cuestionado es el sheriff Fico Gutiérrez, otro que
hace alarde de pulcritud.

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