A esta hora todavía hay varias cosas que no cuadran en el nuevo
desarrollo de la trama de corrupción en la Ungrd, una muestra más de un mal que
carcome desde hace décadas al Estado y al país.
Y es delicado que esté implicado el ministro de Hacienda, Ricardo
Bonilla. El presidente Petro ha enfatizado que no se robó un peso, y puede ser
cierto, pero el chat conocido siembra dudas sobre su intervención dirigiendo
contratos de modo específico.
Se dice que no se usó dinero para comprar congresistas a favor de los
proyectos del gobierno y eso es lo que tendrán que aclarar los implicados ante
la justicia.
A hoy quedan claros varios temas. Uno, que la Ungrd ha sido desde hace
tiempo un nido de corrupción, con posible intervención de congresistas y
funcionarios.
Dos, que la distribución de recursos para congresistas es una llave
rota. Muestra que nunca se han superado prácticas clientelistas aborrecibles,
que escurren dinero hacia donde no se necesita o a los bolsillos de
particulares, políticos y congresistas, y que además permite a los gobiernos presionar
votos para sus iniciativas.
Tres: hasta ahora han hablado quienes lideraron la trama corrupta,
Olmedo López y Sneyder Pinilla, pero tendrán que demostrar que no han mentido y
tienen prueba sobre las acusaciones graves emitidas.
Cuatro: que a este gobierno le ha quedado duro admitir que el Congreso
es todo de representación popular y que allí, con la intervención de
partidarios y opositores, se aprueban o niegan los proyectos.
Ha insistido en el cuento de que fue elegido por sus reformas, lo cual
es una verdad a medias: lo eligieron por ellas, pero no por la forma como fueron
presentadas porque no se conocían en la campaña los textos.
No acepta que es el tire y afloje de la democracia y que los sectores
retardatarios que impiden la transformación social y la reducción de favorecimientos
son muy fuertes y se deben vencer con mayorías, unas mayorías que no se pueden
obtener mediante engrase.
Valga decir que la corrupción en la Ungrd fue conocida gracias a la
prensa, cuyo poder fiscalizador es incuestionable y necesaria, pero que no la
ha ejercido con los gobiernos de este siglo salvo a cuentagotas.
Queda la inquietud de si el presidente se rodeó mal, pues rodearse solo
con los alfiles más cercanos y leales no es garantía de eficiencia,
transparencia y asepsia en el manejo y ordenamiento de los recursos, o si no era
más conveniente tener a quienes pongan polo a tierra y no sean mera caja de resonancia
sin capacidad de sugerir un no.
Hay que notar también que la prensa solo ha dado información parcial en
busca de escándalo y que sobre lo sucedido en la Unidad falta mucho por
conocerse y no todo es como lo pintan algunos.
No se puede argumentar que es un escándalo generado por opositores para
dificultar o tapar los logros del gobierno, pues fue la actuación corrupta y la
traición de altos funcionarios la que creó todo este entramado.
Ojalá se sepa pronto la verdad, pues el ventilador de Olmedo y Sneyder
parecer buscar beneficios personales soplando a diestra y siniestra.
Una lástima lo que está sucediendo. Y genera mucho dolor.
Maullido: increíble como la alta dirigencia excusó al atarbán presidente
de la Fedefútbol, Ramón Jesurún.
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