Ir al contenido principal

Volvimos costumbre el maltrato

 

El maltrato se ha normalizado en distintas esferas, desde la laboral a la académica. Foto Wikipedia Commons


No me quedan dudas que la sociedad capitalista neoliberal es la sociedad del maltrato, donde lo que más importa es la productividad y no quienes la generan. Un comportamiento que se ha normalizado, que se acepta y que muchos promueven con esa falsa premisa de que así se forman personas. La vieja frase de las escuelas: la letra con sangre entra.

El suicidio de la joven médica de la Javeriana en Bogotá, Catalina Gutiérrez, duele mucho. Y duele mucho porque a los superiores de los maltratadores poco les importa lo que estos hacen, con tal de que entreguen resultados.

Hace poco una persona que conozco, mujer joven, tras varios años en una empresa, estaba en busca de un nuevo trabajo que le ofreciera mejores condiciones. En la empresa donde trabajaba tenía a cargo algo más de 50 trabajadores sin problema alguno.

Acudió a una entrevista en busca de ese nuevo empleo. De una le dijeron que la descartaban: su voz es delgada, muy suave y a sus entrevistadores les pareció que así era imposible ser jefe. Entonces se pregunta uno si lo que buscaban no era un capataz que gritara y maltratara a sus subordinados como única manera de hacer que produzcan más.

Hace mucho me llama la atención la cantidad de seminarios, conferencias, capacitaciones en las que se promueve una mayor productividad, pero nunca nos hemos preguntado a costa de qué. Sabemos todos por experiencia propia que muchos se tragan el maltrato porque necesitan el dinero.

(En donde trabajé muchos años también tuve jefes maltratadores, que siempre contaron con el respaldo de los dueños de la empresa).

Sí, hay que producir como sea. Y eso incluye, en no pocos casos, además del abuso mental y físico del trabajador, el abuso salarial al negar prestaciones, horas extras o dominicales.

En el caso del sector salud es casi una constante el abuso de los estudiantes, estén en rotación en los hospitales (estudiantes de pregrado) o en residencia (en especialización). Tengo también una persona muy cercana que se encontró en una clínica un internista muy maltratador. La universidad, en el sector de El Poblado (Medellín), siempre lo respaldó, aunque además de abusador era mal profesional por los errores que cometía.

Pero el problema no es de esa institución. El maltrato es en todas las facultades de Medicina y sus centros médicos adscritos: jornadas de 12 y hasta 24 horas, estudiantes sometidos a burlas o gritos, a humillaciones, sin tiempo para el descanso.

El maltrato lo tenemos institucionalizado. No es aventurado decir que todos conocemos casos de un empleado que casi no tiene derecho a ir al servicio sanitario, que la comida se la tiene que tragar a las volandas o que debe hacer turno de pie, situación demasiado común en el sector comercio con dependientes y cajeros. Muchos no tienen derecho ni a una cita médica.

Y no se trata de no exigir. Se trata de respetar al ser humano, que merece consideración y estar en las mejores condiciones posibles, esas que se reservan muchos jefes para ellos.

En aras de una mal entendida productividad, de un deformado concepto de formación, se ha vuelto norma generar y aceptar el maltrato, que es más grave cuando los dueños o altas cabeza de la empresa lo conocen y lo permiten. 

Una práctica que deja huellas psicológicas y afecta la salud mental y física, pudiendo derivar en muerte o suicidio.

No, no es así como se dirige a subordinados. No. Tampoco es como se forman profesionales. Una práctica que no solo merece rechazo sino ser denunciada, sea cualquiera la situación.

Maullido: muy bien una prensa pendiente del escándalo de la Ungrd, pero me pregunto porqué no hizo lo mismo con Odebrecht.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Lo que quiere Uribe

  Ceremonia religiosa con los restos de Juan Carlos Triviño. Foto JEP No podía estar más encartado Álvaro Uribe Vélez por el juicio que se le sigue por compra de testigos. Pero el viejo político nunca dejará de urdir algo para su beneficio. Vamos a ver lo que se trae. Ya apareció en un video, como está acostumbrando en la red X junto a generales retirados. Dijo que discutiendo la situación de violencia. Como es obvio que mira las elecciones de 2026, se aventuró también a afirmar que el año próximo hay que acabar con la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), ese ente que tanta roncha les causan a él y a sus seguidores y que fue caballito de batalla de Iván Duque. “Duerman, que yo los cuido”, decía cada noche Juan Carlos Triviño Villabón a su familia. Le decían Monstrico. Desapareció en 2014, cuando tenía 30 años, en Villavicencio. El pasado 21 de este mes, su familia en Zipaquirá pudo al fin recibir sus restos luego de 11 años de búsqueda. Un logro tras la medida cautelar de...

Medellín y el mar de su alcalde fantoche

  Así será el mar de Fico en una ciudad que siempre le ha dado la espalda al agua. Imagen de render, Alcaldía de Medellín. Con esa pose y esa voz entre medio camaján y nea, el alcalde de Medellín, Fico Gutiérrez, anunció sin sonrojarse que la ciudad tendrá su mar, porque “a nosotros no nos queda nada grande”. Será una inversión de decenas de miles de millones de pesos en el sector suroeste de la ciudad. Una enorme piscina con arena y olas. Una obra para ‘chicaniar’, como todavía decimos muchos. Extraño que el alcalde se interese por el agua, aunque esta obra tiene otra connotación. A la ciudad la atraviesan unas 250 quebradas, no pocas debajo de edificaciones y vías, pero con alguna parte descubierta. Como dijo hace poco el urbanista Alejandro Echeverri, retomando viejas ideas de otros planeadores, podrían ser parques y así cada habitante tendría uno a solo 10 minutos o menos de su casa. Mientras Medellín anuncia su mar, el río Aburrá-Medellín sigue corriendo sucio de sur a n...

El bravucón

  Con amenazas sobre aranceles al comercio, el presidente de Estados Unidos le mete miedo a casi todo el mundo. Foto Pexels Tienen miedo los inmigrantes y los naturalizados, los primeros ministros y los presidentes, los empresarios, el rey y la reina, todos por obra y gracia de una sola persona: el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que se cree con el derecho de amenazar a diestra y siniestra para lograr sus propósitos comerciales que ayudarán a solventar la reducción de impuestos a los ricos. Amenaza al que hable de su gobierno, pero no le importa meterse en los asuntos internos de ellos demás. Les grita a los sudafricanos que están cometiendo genocidio contra los blancos, acusaciones infundadas sacadas de un video que mostraba otra cosa. Amenaza a Colombia porque el presidente Petro algo habló del secretario de Estado Marcos rubio, pero no tiene problemas en acusar a Brasil de perseguir al líder derechista y posible golpista, el expresidente Jair Bolsonaro y, para va...