¿En qué se parecen las decenas de migrantes por las selvas del Darién,
las miles de personas sin hogar que vagan por las calles y el 1 % de la
población más rica, aquellos con más de US$1 millón en sus bolsillos?
Es sencilla la respuesta: en que son muestras fehacientes, diarias, de
que el capitalismo, el sistema que rige casi todo el mundo, está en crisis.
El capitalismo no responde a los crecientes problemas del mundo y se
insiste en él, sea con diversas denominaciones, como aquella reciente de capitalismo
consciente. ¿Por qué? Porque las élites dominantes y favorecidas no quieren
perder o repartir privilegios, o quizás también porque se cree que darles a beneficios
a los de abajo, a cuenta gotas como siempre ha sido, es suficiente para que
abajo permanezcan.
Esa tensión la observamos con claridad en el caso colombiano con las tres
reformas grandes propuestas por el gobierno. Todas chocan con el gran capital,
que logra multimillonarias ganancias con los sistemas que se quieren cambiar:
pensional, salubridad y laboral.
Esta última es muy ilustrativa de cómo el capital lucha por no
desprenderse de una parte de su riqueza para beneficiar a millones de
trabajadores.
El sistema capitalista hace agua por todos lados. Buena parte de las
guerras actuales tienen entre sus orígenes el apoderamiento de la riqueza,
representada con frecuencia en los recursos naturales.
Difícil encontrar un dictador que no acumule riqueza junto a su círculo
más cercano, sin importar la suerte del pueblo.
Hace agua el capitalismo con el saqueo despiadado de los recursos
naturales, que solo 50 % de la superficie terrestre permanece relativamente
libre de la mano humana, mientras en el otro 50 % ha dejado desolación: pérdida
de biodiversidad, deforestación, contaminación de aire, ríos, mares y
superficie terrestre, hambre y pobreza, salvo para la minoría.
También hace agua en esas decenas de miles de personas lanzadas a las
calles, sin esperanza alguna, para que fenezcan de manera lenta.
No es un éxito del capitalismo que haya constantes oleadas de migrantes
del sur al norte en busca de un mejor nivel de vida, ese que en sus terruños no
logran o de los que son apartados con violencia por disputas internas o
externas (hoy son 184 millones que han tenido que migrar). Migrantes frenados por las amenazas, los mares briosos para tan
endebles embarcaciones, el trato inhumano en el camino y las balas: cientos han
sido recibidos a bala, asesinados por guardas fronterizos en Arabia Saudita,
por ejemplo, como ha mencionado The New York Times.
Cómo va a ser un éxito el consumismo desmesurado que a mitad de año
agota los recursos que el planeta proporciona para todo el año. El Foro
Económico Mundial estima que a 2060 el consumo mundial de recursos naturales
habrá aumentado 60 % con base en el año 2020.
Esto no funciona, por más que quieran disimularlo quienes viven bien. Un
informe de Oxfam muestra que de diciembre de 2019 a diciembre de 2021 la riqueza
generada en el mundo fue de 42 000 millones de dólares y el 1 % más rico acaparó
26 billones o el 63 %, y solo 16 billones fueron al resto: al 99 % de la
población global. Un aumento cada vez más exagerado si se considera que en la
década pasada la ganancia para los más ricos fue del 54 %.
Por todo esto, y mucho más, creo que el mundo no va bien y que el
sistema imperante, el capitalismo crudo y duro, ha sido un fracaso para
resolver los grandes problemas de la humanidad y, por el contrario, los ha
agrandado.
Y como nada sugiere que habrá grandes cambios pronto, no sabe uno si esta
olla a presión no reventará antes que tarde por diferentes puntos.
Maullido: algún día los gobernantes de Medellín venderán todas las gallinitas de los huevos de oro a cambio de un dinero efímero.

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