Yo me corrompo, tú te corrompes, él se corrompe pareciera ser la
constante en nuestra vida republicana. Casi no pasa una semana sin que se
denuncie otro hecho de corrupción. Y no es algo que se deba a un solo gobierno,
es de todos pues parece ser una ocupación nacional: cantidad de personas
elegidas por voto popular o nombradas que llegan con la sola intención de cómo
robar. Y no pasa nada.
¿Por qué sucede esto que les quita oportunidades a millones de
colombianos? Sí, la corrupción es un hecho mundial y Naciones Unidas calcula
que cada año hay 1000 millones de dólares comprometidos en casos de corrupción.
Que Ocad Paz, que Ocad, la Unidad Nacional de Gestión de Riesgos y
Desastres, las EPS e IPS, Sociedad de Activos Especiales -SAE, Federación Colombiana
de Fútbol, Fuerzas Militares, Odebrecht, etc. Robos por doquier. Pocas entidades
escapan. Y antes fueron los carteles que desangraron más la salud, Centros
Poblados que dejó sin internet a miles de compatriotas en zonas retiradas de las
grandes ciudades.
Su suceden los nombres. Que Emilio Tapia, que Mario Castaño, Luis
Gustavo Moreno (fiscal anticuorrupción condenado por corrupto), Memo Fantasma, el
Ñoño Elías, Otto Bula, Olmedo López y Sneyder Pinilla, tantos que por acción u
omisión se pierden en la historia de la corruptela colombiana.
De 2016 a 2022, Transparencia por Colombia reportó 1243 casos de
corrupción documentados en la prensa, en los que se perdieron 21.2 billones y
solo se recuperaron 9.8 billones, con el agravante de que los perjudicados
fueron 14.5 millones de colombianos, mucha parte de ellos niños.
Y pensar que los nuevos casos suman y suman, como los 380 000 millones
de pesos de la UNGRD, los casi 6 billones que -según denuncias- destinaron las
EPS a otras cosas, los 12 billones que se acaban de reportar en los proyectos
Ocad.
Pero la corrupción no es solo con dineros. Corrupto parece ser el
expresidente del caso de los falsos testigos, y él como militares que apuntaron
las armas contra el propio pueblo en los falsos positivo utilizando recursos
que deberían ser para otras actividades.
Son corruptos también todos esos funcionarios que mienten en sus hojas
de vida para obtener un cargo y que, pese a las evidencias, son mantenidos por quienes
los nombraron.
Tantas denuncias, tantas situaciones y la mayoría queda solo como
anécdota, la prensa tampoco hace
seguimiento y parece que solo escoge casos cuando tiene intereses contra
determinado personaje.
Corrupción que hace mucho acabó con la confianza de los ciudadanos en
las instituciones, aunque a decir verdad es tanta la costumbre que cada nueva
denuncia termina como chiste y el mal ejemplo cunde y permea no solo distintos
estamentos de la sociedad sino al sector privado.
Entonces, cuando avanzan las acusaciones y los juicios (no siempre sucede) muchos de los acusados y condenados devuelven poco o ningún
dinero y salen libres pronto, y los casos se olvidan. Y no existe mayor control
porque no pocos de los mismos políticos en el Congreso cohonestan la corrupción o
están inmersos en denuncias.
Así también deja de sonar pronto el estribillo de cada nuevo gobierno de
que “lucharemos de frente contra la corrupción”, porque sus propios corruptos
lo hacen quedar mal.
Y, colorín, colorado este cuento es de nunca acabar.
Maullido: no se puede dejar presionar el gobierno de los transportadores
con el aumento en el precio del diésel.

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