¿No que el país iba muy mal? El crecimiento económico fue de 3.68 % en
julio, la OCDE respaldó las reformas del gobierno y hasta Estados Unidos
reconoció el trabajo contra el narcotráfico.
¿No qué íbamos muy mal? No todo es color de rosa y hay nubarrones en algunos
temas, pero la situación no es lo catastrófica que quieren hacer ver la
oposición (incluidos el centro ¿?) y los medios.
La eterna quejadera del presidente de la Andi, Bruce Mac Master, que amplifica
la prensa, dirían que estamos en el peor momento de nuestra historia económica.
Las cifras dicen otra cosa. Incluso el desempleo no ha subido, sino bajado, y
la inflación cada vez es menor.
El panorama no está despejado por completo. Y se pueden discutir varias
decisiones, como nombramientos, pero incluso lo que tanto han criticado los opositores
en estas semanas, el tratamiento del caso Venezuela, recibió el visto bueno del
embajador de Estados Unidos.
No todo es malo ni tan malo como lo quieren hacer ver aquellos que
siempre tuvieron las manijas del país en sus manos, que han acudido a sabotear las
grandes reformas del gobierno. Una prueba de ello la cantidad de demandas a la aprobada
reforma pensional: el capital no se resiste perder el dominio. Sí, porque se
trata de eso: resistencia a ganancias para los trabajadores, para taponar atajar
la olla sin fondo en muchas EPS y para asegurar la pensión de adultos mayores.
Se percibe en el bloqueo a la Ley de Financiamiento, siendo que un fallo
legal redujo la pasada reforma tributaria en seis billones, que hacen mucha
falta hoy, porque, aunque se repita que el nivel de ejecución presupuestal es
bajo, contrasta con la cantidad de obras que están en ejecución o ya
entregadas.
La de Petro es otra forma de dirigir al Estado, de mirar hacia regiones
y sectores muy necesitados y casi siempre ignorados. Lógico que en dos años no
se puede llegar a todos esos rincones, a todas esas personas, pero el enfoque
es claro: tierra para los campesinos, persecución a los capos del narcotráfico
y no a los pequeños cocaleros, obras en la periferia. Además no ha perseguido
la protesta de opositores y algunos gremios.
Que se puede discutir y censurar la forma como maneja con frecuencia las
redes sociales, cierto; pero muchos de esos enfrentamientos dicen verdades
claras. Ha peleado con la prensa y eso le ha generado mucho ruido en contra,
pues los periodistas nunca han aceptado crítica alguna. Decía en estos días en
El Espectador el profesor y analista Fabio López de la Roche que “El discurso
de casi todos los conductores radiales de la mañana es, a menudo, irrespetuoso,
ofensivo con la figura presidencial como nunca lo hicieron con mandatarios
anteriores. Hay que distinguir entre el ejercicio legítimo de la vigilancia
periodística del poder público y la intención ilegítima de inocular odio",
una entrevista en la que también criticó cierto discurso del presidente.
Es evidente así mismo que el estilo Petro pone nerviosos a los
opositores y les hace perder la cordura (hasta insinuar algunos en deponerlo),
nervios que se notan además no solo en los periodistas corporativos, sino en
los columnistas de opinión: no pasan de criticar siempre lo mismo, aunque
muchos han sido ‘moderados’ hoy no ven nada bueno en el gobierno y se repiten
una y otra vez como si no hubiera nada más.
Con errores y todo, no ha sido el desastre que muchos vaticinaban; por
el contrario, avances ha habido para disminuir la pobreza y sentar las bases
para reducir la inequidad tan profunda en esta Colombia indolente.
Maullido: increíble que no exista en el mundo quien ponga en cintura al
asesino de Netanyahu y su camarilla de genocidas.

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