La puja del capital contra
la fuerza de trabajo en cada fijación del salario mínimo es muestra palpable
del sistema imperante, en el cual aquel busca maximizar ganancias así sea a
costa de pauperizar a sus trabajadores.
Queda uno perplejo con la
cantidad de economistas de derecha que critican el alza para 2025 con
argumentos cuya validez es dudosa o no aplica siempre: que habrá desempleo (no
lo ha habido siempre que se alza por encima del interés empresarial) o que
aumentará la informalidad, que tampoco es regla.
La vocinglería gremial no extraña
porque los empresarios colombianos, con contadas excepciones, han sido tacaños
y ha buscado que los gobiernos les concedan beneficios como exenciones impositivas
o disminución de las prestaciones salariales a sus empleados.
Recordemos que Uribe
redujo pagos salariales para que crearan empleo y no lo hicieron. Una razón más
que demuestra porqué pegan el grito en el cielo.

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