No le ha salido bien al alcalde de Medellín, Federico Gutiérrez, más
conocido con el remoquete Fico, eso de andar en contra de las expresiones que
buscan plasmar en murales el dolor y la indignación por crímenes de Estado,
para que sirvan de memoria colorida de esos execrables acontecimientos.
Para él, eso no vale. Se tomó el atrevimiento de sugerir que es quien
decide qué se puede pintar en los muros de Medellín, rechazando de modo tajante
que se plasmen mensajes alusivos a esa violencia que ha golpeado a tantos
sectores.
Aunque exista un Acuerdo que reglamente el arte urbano, del cual se
vale, este se rige por la idiosincrasia de la gente de bien paisa: que no
contenga ningún mensaje que los disturbe, que les fastidie el tránsito cómodo
por la urbe, tal como les molestan los pobres en los semáforos, los indígenas
en los andenes, los tugurios que muestra el metro en varias de sus líneas. Que
se pinten solo pajaritos, arbolitos y ballenas.
Pero hay normas superiores que hablan de la importancia y el derecho a expresar,
de manifestar en el arte el dolor que ha generado la violencia.
Fico revictimiza impidiendo que se exprese ese dolor, esa expresión
artística que es memoria viva de los distintos hechos que han marcado a
millones de colombianos.
Su actuación ha generado con razón el rechazo de ciudadanía y de organismos
y defensores de derechos humanos, políticos y algunos medios.
Las órdenes de borrar los murales son de típico corte fascista,
queriéndose imponer solo un punto de vista y eliminando el disenso. Desconoce
además que no se puede uniformar a toda la ciudadanía y pretender que en todos
los sectores actúe solo como quiere el alcalde.
Claro que lo de La Escombrera le debe doler mucho a Fico (y a otros
alcaldes que ignoraron el dolor de cientos de madres y familias), pues aparte
de que negó que existieran cuerpos enterrados ese sitio se activó durante la criminal
Operación Orión ordenada por su mentor Álvaro Uribe Vélez. Las cuchas tienen razón le
debe retumbar en el cerebro. Pero es que no es el único hecho que ha merecido
un mural. Recordemos que ‘Nos están matando’ también partió del dolor por el
asesinato de líderes y de los jóvenes que participaron en las protestas contra
la reforma tributaria de Iván Duque. Le molesta tanto que más de un mes después
del hallazgo de los primeros restos no se ha pronunciado como debería ser su
obligación como primera autoridad municipal.
Sí, lo de Fico no son las expresiones populares, esas que se le salen
del molde de la gente bien a la que pertenece.
El llamado es a los colectivos de artistas, jóvenes y ciudadanos a
persistir en ese arte que no deja olvidar a cientos de víctimas inocentes de
esta violencia tan terrible que padecemos. Y sí, no solo son la Operación Orión
y La Escombrera, hay muchos hechos atroces no merecen el olvido, cometidos por
otros actores, como las Farc, los paramilitares y las fuerzas del Estado (¡nada
menos que los 6402 falsos positivos!) y que bien podrían quedar en las calles
como una manera de que no se olvide la historia y recorderis para que no se
repita.
Así que adelante. No puede imponerse la arbitrariedad de un funcionario
que solo reconoce una parte de la verdad. Bien lo explicó Henri Thoreau en La
desobediencia civil: cuando las leyes atentan contra las personas, es válido su
desconocimiento.
Maullido: ¿a qué quedaría reducido el gobernador Andrés Julián Rendón si
no existiera Petro?
,_mayo_de_2021.jpg)
Comentarios
Publicar un comentario