No nos hagamos ilusiones.
La atención a la crisis humanitaria del Catatumbo será nube pasajera. Y así
será con los otros Catatumbos dispersos por todo el país. No es que durante
unos meses, uno o dos años, no esté presente el Estado en esa extensa región de
43 800 kilómetros cuadrados y 13 municipios, sino que como sucede siempre esa
urgencia se irá esfumando y todo volverá a la normalidad: al olvido.
Cuánto se ha hablado del
Chocó y sigue sin ser atendido como se merece y hoy enfrentamientos tienen
confinada población en el Medio San Juan.
Siempre ha sido así. Y
aunque esperaba que con este gobierno algo mejorara, no se ha logrado. Es que
el Estado está diseñado para atender solo la centralidad. No extraña que los
grupos violentos se afiancen en toda la periferia, donde el Estado es
inexistente.
Dos ejemplos. Uno: con
bombos y platillos el Ejército se tomó a mediados de octubre pasado el
corregimiento El Plateado, en el Cauca, que llevaba años en poder de las
disidencias de las Farc. Pues bien, solo hicieron presencia las Fuerzas
Militares. El resto del gobierno no, y esa fue una de las causas de la
discusión entre el presidente Gustavo Petro y el ministro de Defensa Iván
Velásquez, quien denunció esa falta de acompañamiento que Petro quiso
minimizar.
El diario El Espectador evaluó
hace poco qué había sido de la operación en ese corregimiento y hay que darle
la razón al ministro. Y la sola presencia militar no puede ser permanente y no
le sirve de nada a esa región en cuanto superación de sus muchas
necesidades. Un territorio más pequeño que Catatumbo.
Dos: Recuerdo que en El
Oro y la Sangre, el escritor y periodista Juan José Hoyos relató la violencia
que generó una mina en el Alto Andágueda, Chocó, en los años 70. El gobierno nacional
poco se interesó y cuando lo hizo los funcionarios buscaban mostrar una
estadística, no remediar la delicada situación.
Ese abandono por la
periferia, por lo rural y los pueblos de esas regiones, lo han relatado desde
hace mucho numerosos investigadores, como Jorge Orlando Melo en Colombia: una
historia mínima.
Créanme, ahora no será
diferente. En 30 meses del gobierno Petro también continúa ausente el Estado. Y
no es que no hayan ido dependencias, que no se hayan hecho algunas obras, sino
que las necesidades siguen siendo muchas y no hay presencia continua. Escuelas en
mal estado, puestos de salud ausentes, vías intransitables, carencia de
internet y hasta de señal celular, carencia de jueces, de notaría, etc. No
existe una estructura que garantice presencia permanente. Y no interesa.
Cuando algunas de esas
comunidades protestan, acuden dos o tres funcionarios, firman acuerdos y listo… se
les incumplirá.
En Catatumbo 43 800
hectáreas están sembradas con coca. No sabe uno cómo se asegurará la
erradicación consensuada si el Estado no ha sido capaz de cumplirles a los
campesinos en los otros territorios coqueros, en cumplimiento de los Acuerdos
de Paz.
Si no se elimina la coca seguirán los grupos armados que viven de ella. Y si estos siguen no podrá entrar el Estado, por más conmoción que se declare.
“No se ha entrado al
Plateado porque no ha habido una decisión articulada del Gobierno”, afirmó el ahora exmindefensa Velásquez e hizo énfasis en que las Fuerzas Militares y la
Policía han advertido muchas veces sobre la necesidad de una acción conjunta
para lograr una presencia efectiva del Estado en el territorio.
La ahora exviceministra
Daniela Gómez resumió: “No pudimos entrar, pero no el sector defensa. Ese
sector entró todo ese día y se mantienen. Pero esa presencia es insostenible si
no llegan los demás ministerios, porque no contamos con la legitimidad y la
confianza de la gente para que nuestra permanencia allí y sea aceptada”.
¿Así, cómo llegar efectivamente a los otros Catatumbos como Chocó, Cauca, Nariño, Pacífico, Arauca, Bajo Cauca, Guaviare?
Nada más para agregar.
Maullido: ¿Cuándo
despertarán los republicanos y los Estados Unidos de la pesadilla Trump?

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