Tal vez se trató desde el comienzo de un error de cálculo. Creer que la
derecha, representante del gran capital, iba a aprobar la reforma laboral que
devolvía derechos a millones de trabajadores siendo que tenía mayorías en el
Congreso, era difícil, sino imposible. Ingenuidad.
Una reforma laboral en todas partes suscita la lucha entre el capital y
la mano de obra. Acá no iba a ser la excepción, así se cometa una injusticia
contra la mayoría de los colombianos que trabajan y les generan riqueza a sus
empleadores.
Ha pasado con las tres grandes reformas. Solo la pensional se aprobó,
aunque esté sometida a las demandas ante la Corte: también tocaba las ganancias
del gran capital. La de salud fue hundida en su momento.
Sin mayorías en el legislativo, las grandes transformaciones de la
izquierda en la esfera social quedan en el aire.
Dice ahora el presidente Gustavo Petro que las mayorías de la Comisión
que firmaron el archivo de la laboral traicionaron al pueblo. Y es verdad, pero
alegraron a la gran masa de empresarios. (Otra cosa son las calidades de varios
de los miembros por la negativa, varios con pasado oscuro o miembros de
familias con líos judiciales), pero esa es la realidad de mucha parte de los otrora llamados padres de la patria, que hoy no son más que vulgares oportunistas.
Su llamado a la consulta popular prevista en la Constitución, si es
aprobada por el Senado, es un arma de doble filo. Calculan también en el
partido de gobierno que las bases populares son numerosas y darían un sí a las
reformas. Podría ser otro error de cálculo: tienden a creer muchos que lo
popular es sinónimo de izquierda, pero no es así. De hecho, en las elecciones
2022 para Congreso fue mucho mayor la votación por los partidos de siempre.
Si ganara el gobierno en la consulta volveríamos a lo mismo porque es difícil que los tiempos cuadren ante las campañas políticas. Ahí habría de nuevo el enredo: cómo aplicarlas con el tiempo contado y la incertidumbre del sucesor en la Casa de Nariño.
No olvidemos tampoco que la derecha con su poder económico y casi todos los
medios a su favor podría hacer otra vez que, como en el plebiscito por la paz,
la gente saliera emberracada a votar contra el gobierno. Y dentro de esa gente también hay mucho pueblo.
En ese escenario las apuestas parecen complicadas, claro que al gobierno
le quedan otras herramientascomo pasar parte de las reformas mediante
decretos.
El presidente espera convocar mucha gente, en un comienzo en la marcha
de protesta prevista, para aceitar las elecciones de 2026. El pulso se inicia
con estas convocatorias, así sea prematuro para dibujar un panorama claro sobre
las posibilidades de la izquierda en esos comicios, en la que se debería
castigar a esos enemigos del progreso social.
Tal vez, como corolario, podríamos afirmar que el desgaste del gobierno en las tres reformas, sin tener mayorías, ha sido enorme y con un costo político alto, desgaste que quizás pudo invertir en sacar adelante otras iniciativas en favor de los más necesitados, acciones y programas que no requieren el paso por el legislativo, como una mayor distribución de tierras, una real erradicación voluntaria de la coca y una toma amplia de esas regiones olvidadas que incluso hoy, a casi tres años de gobierno, continúan alejadas del desarrollo y del interés estatal. Un terrible error de cálculo.
Con consulta o sin consulta el panorama no está despejado.
Maullido: ¿cuántos pacientes están muriendo por la manera como el Ministerio de Salud está ahogando la salud? Nunca se sabrá.

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