Siguen soplando cada vez con
mayor fuerza los vientos contra el buen periodismo en Colombia y lo que sucede
en él no es objeto siquiera de un mínimo análisis por periodistas y sus gremios,
tan acomodados hoy con el poder.
Lo que pasa en el
periodismo en buena parte del mundo está muy bien sintetizado por el editor de
The New York Times, A. G. Sulzberger, en una pequeña entrevista en ese medio
tras una disertación en la Universidad de Notre Dame, palabras que caen de
perlas para nuestro periodismo. Ni mandadas a hacer.
Dijo el señor Sulzberger
que “Vivimos en un momento de creciente tribalismo y polarización.
Lamentablemente, la mayoría de los medios de comunicación actuales agravan esas
divisiones al decirle a cada grupo lo que quiere oír. Si observas las noticias
por cable, los podcasts o los boletines informativos, eso es lo que
principalmente encontrarás: gente repitiendo como un loro la opinión general o
los argumentos partidistas de su grupo. Exagerando los hechos convenientes y
minimizando los inconvenientes. Y, mira, obviamente hay una audiencia enorme
para todo eso”.
En un mensaje a la Revista
Semana, el senador Iván Cepeda, quien tiene en juicio al expresidente Álvaro
Uribe Vélez, expresaba: “Como lo he afirmado, son comprensibles las abiertas
simpatías hacia el expresidente Uribe y las líneas editoriales que buscan a
todas luces fortalecer una imagen favorable para él, en detrimento de lo que
realmente ocurre en el tribunal. Esto es lícito: en democracia se pueden tener
simpatías políticas. Otra cuestión es si las grandes empresas de la
comunicación cumplen o no un papel de información responsable”.
También pone el dedo en la
llaga el senador sobre lo que sucede con nuestro periodismo. En el juicio a
Uribe no solo Semana toma partido a favor del acusado, sino otros medios. El
Colombiano de Medellín, incluso en los testimonios llevados por el denunciante,
volteaba la torta para hacer ver como una acusación o información contra
Cepeda.
Esta es también la
actuación general de la prensa corporativa frente al gobierno de Gustavo Petro.
No solo se ignora lo positivo, sino que se enfoca y resalta lo negativo, en
ocasiones con deducciones absurdas pero que favorecen lo que buscan. Muy
notorio en medios como el mismo El Colombiano, El Tiempo, los matutinos
radiales y los canales privados de televisión.
Al comienzo del gobierno,
se excusó en que la prensa no estaba preparada para un gobierno de izquierda,
pero ya van tres años y el comportamiento empeora cada vez.
Es evidente que más que
nunca nuestra prensa está al servicio no de los intereses de la ciudadanía, que
tiene derecho a una información equilibrada y veraz, sino de los grupos
económicos, que son dueños de los medios y tienen ideología explícita de
derecha.
Así, un gobierno de
izquierda permitió ver cómo se trata de modo diferente a quien detente el poder.
Descubrió la laxitud con la que se han cubierto gobiernos de derecha, a los que
les pasaron muchas situaciones y hechos anómalos y hasta delictivos.
Hoy hasta con mentiras se
denigra de las personas afines al gobierno, como los congresistas. El último,
solo el último caso, fue el del periodista de La W, Juan Diego Alvira, contra la
representante María Fernanda Carrascal, que llevó a que tuviera que rectificar las
mentiras dichas.
Difícil creerles y
pedirles equilibrio a decenas de periodistas que en redes sociales de manera
continua atacan por todos los medios al gobierno, aunque en su presentación,
tal vez burlonamente, expresen que sus opiniones no representan al medio para
el cual trabajan.
Tras los premios de
periodismo del CPB este año, el columnista y escritor Alexander Velásquez comentaba
que la ética en este oficio sigue siendo la tarea pendiente, afirmando que “Aunque
no sé de qué me quejo si en este país las líneas entre política y periodismo se
difuminaron hace rato”.
Cuánta razón tiene el
editor del Times. Una situación delicada, agravada en el país por la nula
capacidad de autocrítica de los periodistas y la carencia de analistas que
estén denunciando las reiteradas transgresiones a la ética periodística y las
constantes traiciones al deber ser del oficio.
Maullido: excelente que se
vaya cerrando el círculo judicial sobre el controvertido y cuestionado exalcalde
de Medellín, Daniel Quintero.

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