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Racero, empresarios y la explotación laboral

 

Las condiciones laborales precarias y la sobrecarga laboral, dos de los graves problemas del sector laboral en el país. Imagen Needpix


Colombia está llena de David Raceros. El caso de explotación laboral del representante a la Cámara es solo un poderoso denunciado por los medios, pero detrás se esconden muchísimos.

El caso Racero pone en la vitrina, otra vez, el tema de las condiciones laborales de decenas (o cientos) de miles de colombianos en tiendas, en pequeños almacenes, en temporadas especiales del comercio, no solo el pago reducido, los horarios extendidos, sin seguridad social, sin poderse sentar siquiera y difícilmente ir al sanitario.

No es ningún secreto, tampoco una mentira, las dificultades para el permiso a una cita médica, como si los horarios los pudiera poner el usuario. Por temor a perder el puesto se pone en peligro la propia salud.

Gremios como Fenalco y la Andi son muy diligentes para impedir beneficios laborales a los empleados, a sus trabajadores, ¿pero acaso están pendientes de las formas como contratan sus asociados? Eso no les importa o, dirán, esa no es su función sino atesorar capital.

Más allá del caso Racero, el asunto es grande e importante. La nueva encuesta de MiCVideal revela cifras escalofriantes sobre la situación laboral en Colombia. El 88 % de los trabajadores se sienten quemados por su empleo. Se sienten agotados y uno de cada cinco piensa en renunciar todos los días, uno de cada cuatro enfrenta depresión relacionada con el empleo.

También, el 90 % se ha lanzado a buscar cualquier otro empleo -sea lo que sea (y eso sí que dice) y 87 % tuvo en los últimos seis meses discusiones acaloradas, gritos con compañeros, amenazas de renuncia, salidas abrupta. Estallaron por la sobrecarga.

Un estrés generado por agotamiento ante la carencia de claridad en las funciones, realizar tareas fuera del rol contratado, ambientes laborales enfermizos con escasa comunicación, empatía nula y una cantidad de reuniones sin propósito.

Bien afirma el pensador Byung-Chul Han en Vida Contemplativa que “el régimen neoliberal aumenta la productividad aislando a las personas y entregándolas a una brutal competencia. Transforma la vida en una lucha por la supervivencia, en un infierno de competencia desenfrenada”.

El sistema actual va contra el trabajo mismo y quienes lo ejecutan. Bien dicen que el capitalismo es salvaje. Hasta lo disfrazan con otros nombres, como capitalismo consciente (¿consciente de que te escurro y exploto hasta la última gota?).

Tal es la situación, que asimismo es muy conocido que, en muchas de las empresas con mejores retribuciones económicas a sus empleados, las exigencias son tan elevadas que muchos renuncian a esos beneficios con tal de tener un poco de paz y vida para la vida.

Lo de Racero es patológico en el empleador colombiano. A manera de anécdota cito que solo una vez tuve un trabajador a mi cargo, en una finca. Una vez, amigos cercanos me dijeron que cómo era que yo le pagaba todas las prestaciones a que tenía derecho.

Condiciones laborales precarias forzadas no por los problemas económicos de las empresas, sino porque es la manera de aumentar ganancias. Y en este punto hay que citar la lamentable situación de los campesinos que trabajan por jornal y que no tienen derecho a nada. Y a quienes son contratados por prestación de servicios, que no tienen ni primas, no pueden sacar vacaciones y tampoco les es permitido enfermarse.

Lo de Racero es solo la punta del iceberg del maltrato laboral que es costumbre en nuestra sociedad, mucho más común de lo que se quiere creer y reconocer.

Maullido: muy ‘valientes’ Federico Gutiérrez y Andrés Julián Rendón para armar lío diario contra Petro, pero muy flojos para gobernar bien.

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