Estamos presenciando tres de las peores canalladas en este mundo
decadente, donde no priman los valores sino los intereses de unos pocos poderosos.
Una, el asesinato por hambre de centenares de niños y personas en Gaza; dos, el
asesinato a sangre fría de quienes hacen filas para reclamar alimentos; tres,
la permisibilidad de todos los gobernantes de Occidente que tendrían la
posibilidad de detener el genocidio.
Las cifras, todas, horrorizan y se están convirtiendo en simple paisaje,
en meras anécdotas ante la impasibilidad de quienes por una u otra razón permiten el holocausto palestino.
Más de 1000 palestinos han sido asesinados mientras esperaban comida,
denunciaron más de 100 organizaciones humanitarias. Una de cada tres personas
en Gaza pasa días y días sin un solo bocado, mientras en los pasos cerrados por
los genocidas judíos (eso no es solo de sionistas) esperan 9000 camiones con
alimentos, denunció Mohamad Safa, CEO y representante Ecosoc en Naciones
Unidas.
El judío Omer Bartov, profesor del
Holocausto y genocidio en Brown University, quien en un ensayo en The New York
Times acusó a su país de genocida, reveló que una investigación (hasta el mes
pasado) del diario israelí Haaretz, Israel había destruido más de 174 000
edificaciones en la Franja, el 70 % del total, había asesinado a más de 20 000
niños y 60 000 palestinos. Casi 1000 de esos niños tenían menos de un año de
edad.
Más de 2000 familias han
sido exterminadas, mientras 5600 solo tienen un sobreviviente. Se estima que
hay más de 10 000 cuerpos enterrados bajo los escombros de sus hogares y más de
138 000 gazatíes han sido heridos.
Gaza, qué terrible, tiene
el mayor número de niños amputados per cápita de todo el mundo, una generación
entera de niños sometidos a ataques militares constantes, pérdida de sus padres
y severa desnutrición que los dejará marcados, si sobreviven, el resto de sus
vidas.
Cuentan las agencias que
según un trabajador humanitario, los niños quieren morir porque al menos en el
cielo tendrán comida.
Israel, que tomó el
control de la distribución de alimentos para hacer sufrir más a la población
palestina y poder asesinarlos en las filas, permite el paso de apenas 28
camiones al día, pero se quieren 600 parta atender una población de dos
millones.
¿Y el resto del mundo?
Tranquilo, como si nada. Francesca Albanese, relatora de Naciones Unidas para
Palestina, ha mostrado cómo Ursula von der Leyen, presidenta de la comisión de
la Unión Europea solo rechazó débilmente la actuación israelí, sin mayores
compromisos. Y si se observa la cuenta de esta funcionaria, que se dice madre
de siete hijos (qué ironías) anda más ocupada en reuniones con los chinos para
las relaciones comerciales.
Nadie actúa. Ni el presidente de Francia, Emmanuel Macron, ni el primer
ministro inglés, Keir Starmer. Menos Donald Trump, quien ha dado carta blanca al
primer ministro sionista Netanyahu para borrar del mapa a los palestinos, haciéndolos
sufrir primero.
Albanese es clara: a Israel hay que pedirle que se retire totalmente de
Gaza y luego responda ante la justicia, dos imposibles hoy por la pasividad del
mundo
Estamos ante el fracaso de la humanidad como tal. Hemos retrocedido hasta
las hordas de bárbaros del primer milenio de nuestra era, cuando imperaba la
ley del más fuerte con derecho a arrasar todo a su paso. Si no, un claro
ejemplo: Marcos Rubio, secretario de Estado de Estados Unidos, llama a los
palestinos animales salvajes.
Maullido: la prensa
corporativa hegemónica presionando para que Uribe sea declarado inocente. Qué
barbaridad.

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