Más allá de lo que pudo ser una intervención circense, las palabras del
presidente de Estados Unidos, Donald Trump en la Asamblea de la ONU, son la
reiteración, ante los gobernantes de todo el mundo, de que está dispuesto a que
el planeta entero sufra -en un futuro no lejano- las consecuencias de sus
decisiones en el uso de energías fósiles y el clima.
Llamó al cambio climático la mayor estada presentada al mundo y estúpidos
a los científicos que han demostrado la relación entre uso de combustibles
fósiles y la variación del clima y dijo a los líderes del mundo que eso les
está haciendo perder una fortuna. El tema, sí, como siempre en él, es el
dinero.
A pesar del poderío de Estados Unidos y el peso de sus decisiones, el
tema sería algo más manejable si no fuera porque sus medidas envalentonaron a
la derecha, que contrataca. La multitudinaria protesta de la extrema derecha en
el Reino Unido hace unos días es una muestra de la alianza de billonarios, matones
y otros, como dice el analista Jonathan Watts en The Guardian, para rechazar el
cambio climático, una derecha que en muchas partes hoy es más violenta y
profusamente financiada por las compañías petroleras y algunos gobiernos.
El mensaje cala. Hasta la Unión Europea, que era líder en asuntos
climáticos, está aminorando sus restricciones y se comprometió (ante Trump, quién
más) a comprarle mucho más gas.
Asusta saber que las naciones, de acá a 2030, extraerán más del doble de
combustibles fósiles requeridos para evitar que la temperatura aumente más de
1.5° C, meta de acuerdos como el de París.
Tal es la presión que la UE suavizará normas sobre sostenibilidad, pero
el CEO de la Exxon ofició a Trump para que haga que se eliminen del todo las
restricciones.
El reporte Production Gap de este año reveló que de los 20 países que
representan cerca del 80 % de la producción de fósiles, solo el Reino Unido,
Australia y Noruega no piensan aumentar los niveles a 2030 con base en 2023.
Mientras, la Organización Meteorológica Mundial -OMM- informó que dos tercios
de las cuencas de los ríos del planeta están en condiciones anormales: cerca
del 60 & tienen o mucha agua o muy poca. Son los extremos bajo los cuales
se mueve hoy el ciclo del agua.
Pero el ataque de Trump a las acciones para controlar las emisiones por
el uso de combustibles fósiles, es contundente y no se detiene. Entre las decisiones
ordenadas: las empresas estadounidenses ya no tienen que reportar sus
emisiones; la agencia del clima, NOAA, ya no rastrea los eventos climáticos; se
desactivarán dos satélites en órbita, de la Nasa, que miden las emisiones de
gases; y se repelará el estudio que hizo que el Congreso, hace ya más de 30
años, decidiera tomar medidas sobre los combustibles fósiles.
Además, eliminó incentivos para los autos eléctricos y obliga a detener proyectos
en ejecución de energía eólica, energía que recibe toda la furia de Trump
porque, según The New York Times, en Escocia no pudo detener un proyecto
costero que afeaba su club de golf.
En la semana del clima en la ONU, tras las intervenciones de los jefes
de Estado, Estados Unidos se quedó solo. Mas es tal su poder que tal vez no
importa: lo que ha hecho Trump en solo ocho meses lo pueden sufrir cientos de
millones de personas durante varias décadas.
Hasta el secretario de Energía, Chris Wright tuvo la osadía de visitar Europa
y pedirles que abandonen la ideología climática que hiere su prosperidad y que
compren más gas.
Viene la Cumbre del Clima, la COP, en Brasil, en dos meses y Trump amenazó que podría sancionar a los países que aprueben medidas para desestimular el uso de los combustibles fósiles. No será fácil para el mundo lo que se viene, tampoco parece bueno.
Maullido: una cifra que avergüenza: 64 feminicidios van hasta hora en
2025.

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