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¿Quiénes acabaron con la salud?

 

El sistema de salud atraviesa una situación difícil por la falta de recursos y el limbo por una reforma todavía no aprobada. Foto ]G. del Tolima


La situación en la que la interventoría dejó la EPS Sanitas y las cifras que entregó la Contraloría sobre la Nueva EPS -la más grande del país- son solo parte de un cuento viejo con consecuencias desastrosas que comenzó hace tres años.

El sistema de salud siempre ha estado desfinanciado. No solo el dinero ha sido insuficiente, sino que muchas IPS y EPS malgastaron los recursos, no pocas robándoselos. Todo esto es cierto, pero la crisis la agravó el gobierno actual y varios indicadores han caído en picada.

El caballito de batalla siempre ha sido -desde la campaña- acabar con las EPS, a las que se les achacan todos los males del sistema. Así se presentó la reforma inicial, hechura de la ahora precandidata Carolina Corcho, la que de manera extraña acababa con el sistema de un tajo y creaba otro.

¿No tiene o ha tenido nada bueno el sistema que ha funcionado durante décadas y permitido que casi toda la población estuviera cubierta? (Aclaremos que una cosa es estar cubierto, otra tener atención segura). Pero mal que bien ahí iba, con asuntos por mejorar como la prevención y la red hospitalaria pública.

El problema de fondo es que toda la corrupción del sistema, que la ha habido como citamos, se les achaca a los privados. El reciente informe de la Contraloría sobre la Nueva EPS, que revela la existencia de 22.1 billones que no ha cancelado, muestra con claridad que la corrupción también es pública (así haya salido a decir de forma algo estúpida el Superintendente de Salud que todo eso era antes de que asumiera la intervención, como si todos fuéramos ignorantes).

Los dueños de Sanitas dijeron además que la interventoría dejó la EPS en muy malas condiciones. Otros informes han hablado de que estas no han sido efectivas y los problemas en las EPS intervenidas han aumentado. Es tan verdadero que varias veces la misma Super ha cambiado interventores.

Lo dije en el pasado y lo reitero, porque cada vez hay mayores evidencias: la idea fue desestabilizar las EPS para crearle ambiente favorable a la reforma. Esto, sin importar la cantidad de pacientes que con seguridad han fallecido o empeorado por la falta de recursos (hay casos publicitados): el Minsalud le ha quedado mal varias veces a la Corte, que ordenó recalcular el dinero per cápita que se entrega y que expertos independientes sostienen que es insuficiente.

El caso no es solo el mal manejo de los recursos por algunas EPS (recordemos que con frecuencia funcionarios afirman que se están robando los recursos y pese a eso no ponen denuncias, tal vez son simples generalizaciones para aclimatar su desaparición).

La reforma volverá a discutirse por estos días en el Congreso. Y el gran lío no son las EPS ni sacar a los privados. Eso se puede hacer y no se acaba el mundo. El problema es que la financiación sigue coja y nada asegura que el desangre de los recursos persista: ya hemos visto en todos los gobiernos pasados, como en este, que la corrupción está muy arraigada entre servidores públicos y nunca se ha controlado. Además, persisten otros inconvenientes de fondo como la administración del dinero, entre otros.

Resulta claro entonces que el gobierno no ha evitado el despilfarro de recursos, que es mal administrador y que no ha entregado los dineros suficientes.

Para agravar, es difícil discutir el tema porque genera muchas confrontaciones, no pocas con lenguaje violento. Por el lado del séquito de influyentes pagos, la descalificación a quienes cuestionan la reforma es grosera; y por el lado de la oposición también. Y unos y otros no exhiben argumentos serios y se extienden en falsedades.

Si no se aprueba la reforma -sea cualquiera- continuará la desfinanciación hasta el final del gobierno. La pelota está del lado del Congreso.

Maullido: ojalá investigaran pronto el viaje-paseo de Fico Gutiérrez a Estados Unidos. Hay cosas raras ahí.

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