La reciente decisión del
presidente Gustavo Petro de no permitir minería en Jericó, con lo cual se frena
el proyecto Quebradona de la cuestionada multinacional AngloGoldAshanti, ha
servido para mostrar una vez más cómo gobernantes y dirigentes menosprecian a
la gente de la periferia.
No extraña, pero sí llama
la atención cómo desde la gran ciudad, desde cómodas oficinas, siempre se ha
tratado de pasar encima de la voluntad e, igual de atrevido, sobre la forma de
vida de quienes residen en zonas rurales y poblaciones más pequeñas.
Sean proyectos mineros u
obras de infraestructura siempre se hace primar el concepto de ‘los que saben’
y estos son, ni más ni menos, los interesados en esos proyectos.
He leído posiciones en
estos días que me parecen aberrantes. Un columnista (con intereses en
Quebradona) abogó por un mayor activismo científico descorazonado por la
oposición de ciudadanos a esa mina. Da a entender, con eso, que solo son
válidas las expresiones científicas derivadas de estudios siempre y cuando
respalden lo que él piensa y las empresas quieren y persiguen.
Como si quien vive en una
región no tuviera conocimiento de ella y solo hubiera que validar el del
llegado de afuera o el de quien planifica desde una lejana oficina. Y como si
en este caso concreto no hubiera habido estudios técnicos que desaconsejaron
dar luz verde a la minera.
Es el desprecio por los
otros. Así lo manifestó casi abiertamente otro columnista que dice que no era
problema que la mina cobijara más sitios, a los que llamó pueblecillos, porque
para todos habría regalías. Esa costumbre de ciertos economistas, empresarios y
desarrollistas a ultranza de reducir todo al dinero, hasta la forma de vida de
las personas.
Es lo de siempre. A
quienes se oponen a una obra de interés en el centro político-administrativo de
toma de decisiones se les llama incapaces, insensibles, desinformados y opuestos
al desarrollo (?).
Los llaman además
activistas, como si fuera algo ilegal o inmoral, disfrazando el hecho de que
quienes favorecen esos proyectos son por lo general también activistas,
defensores de sus causas. Es decir, el activismo es válido solo para quienes
‘sean capaces’ o ‘estén bien informados’ y, de paso, tengan intereses en los
proyectos propuestos.
Para esta visión,
activistas, porque lo son, solo pueden ser quienes defienden la minería o
alguna obra que genera lo que para ellos es ‘progreso’ así afecte tierras,
ríos, bosques y animales. O quienes defienden las ideas y creencias del sector
poblacional al que pertenecen. Y reniegan del activismo de los demás, cuando el
suyo con frecuencia es pagado por quienes se beneficiarán económicamente del
asunto que impulsan.
Les pasa también a
gobernantes, que creen que pueden pasar por encima de quien sea para dar curso
a sus iniciativas. Y los acusan de lo mismo.
¿Entonces no se pueden
hacer minería ni construir obras? Claro, riqueza hay que generar y minería y
obras se necesitan, pero no pueden hacerse en cualquier parte. No todas las
áreas se prestan para ellas. Hay recursos, en distintos casos de traslape, que son
más importantes: agua, biodiversidad, bosques, aire. Y cuando se afectan varios
o alguno, sin modo de evitarlo, pues no se pueden hacer.
Ni desinformados ni
ignorantes. No señor. Los habitantes conocen su territorio más que cualquier
otra persona y tienen todo el derecho a defenderlo cuando se amenaza y no hay
manera de obviar tal amenaza.
Lo otro son empresaritos y
gobernanticos (tocó llamarlos así) que creen que solo lo suyo vale y es lo
importante.
Es otro fastidioso clasismo
que nos han impuesto desde años inmemoriales: ciudadanos de primera y ciudadanos
de segunda que deben estar supeditados a aquellos.
Cómo no.
Maullido: ahora sí, unidos
todos los medios de información contra Petro, sus funcionarios, su gobierno y
sus propuestas y proyectos.
Hola don Ramiro.....felicitaciones...solo saber que es el nivel freático, para que sirve, y como se mantiene....no se necesita ser geólogo para defender el agua "elemento vital"......saludos
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