De esas noticias que alegran a sus accionistas y dueños, y para mostrar
un logro del gobierno: a septiembre la banca nacional tuvo utilidades por $111
billones.
Unas semanas antes, sensación porque la junta de Tesla (Estados Unidos)
aprobó un salario de hasta 1 billón de dólares para el megamillonario Elon
Musk.
No solo es él ni los otros dueños de las gigantes tecnológicas, que a
cada mes se valorizan más y más. Las sumas que se pagan a deportistas son
exorbitantes. Cristiana Ronaldo tiene este año un salario de 275 millones de
dólares, 156 millones recibe la estrella de los tres puntos en el baloncesto,
Stephen Curry.
Un informe de Oxfam recordó que el 1 % de los superricos posee más riqueza
que el 95 % de los restantes mortales. ¿Justo?
Ante eso, nadie se asombra. El sistema lo hace ver como normal. Los
diarios y la radio destacan cuando se da la lista Forbes o esos milmillonarios
aumentan su riqueza, así sea utilizando paraísos fiscales y otras artimañas que
no puede hacer el 99 % de los mortales.
Se pregunta uno, ¿dónde está el dinero? No está invertido en el
bienestar de los más necesitados. No. ¿Qué hacen obras filantrópicas? Sí, pero
es mínimo. Bill Gates tiene su fundación, pero el sentido general ha sido beneficiar
los intereses de su país, Estados Unidos.
Muchos otros también las crean y se destaca eso como una gran preocupación
por los ciudadanos o una parte de ellos. Pero el grueso del billete está
guardado o no genera mayores beneficios. E incluso es común que las empresas con
grandes ganancias recompren acciones, una práctica fastidiosa que también los
analistas aplauden.
Esta sociedad tiene los valores trocados. Esos grandes acaparadores de
riqueza son dados y tomados como ejemplo. Trabaje y trabaje a ver si gana
muchísimo dinero, pero no, el 99 % de este planeta por más que se esfuerce
nunca llegará a los tobillos de los superbillonarios. Las excepciones, que las
hay, son pocas. Con la aclaración de que muchos, en parte, han amasado grandes
fortunas mediante herencias que poco tributan.
Con una pobreza que aumenta, con el hambre enraizado en cientos de
millones de personas, esas listas Forbes o los nuevos contratos de las
estrellas tecnológicas, deportivas o artísticas son una afrenta. Pero es el
sistema y se ve no solo como normal sino moral y muy ético.
Acá vimos un caso reciente. El del futbolista Radamel Falcao García, que para poder fichar por el Club Millonarios hubo que idearse cómo pagarle los impuestos ‘porque eran muy altos’. ¿Cuántos colombianos reciben esa ayuda? Mas se ve como normal, algo que se ‘merece’ esa estrella para que pueda jugar en el equipo de sus amores
¿No debería estar todo ese dinero al servicio de quienes más lo
necesitan?
La solución, claro, no está en expropiar, que no va en estos días en
nuestras sociedades. Hay que redistribuir y eso se logra con impuestos más
altos a los más ricos, a las herencias, entre otras, y buen uso de los recursos
para que vayan a quienes más los necesitan mediante inversiones en sectores
básicos no solo para la supervivencia sino para que se desarrollen a plenitud.
No es fácil: en todas las reformas tributarias las exenciones a los
poderosos en capital son muy altas. Es el reconocimiento a que la acumulación
es vista como la suma del sistema y a los acumuladores como el ejemplo que hay
que proteger. Y cuidar. Aberración.
Maullido: en un gobierno que iba a ser tan escrutado como el de Petro, haber nombrado personas de dudoso accionar ha sido un gran error.

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