La izquierda en Colombia sigue ganando espacio. Es una explicación
contundente a la última encuesta de intención electoral de la firma Invamer,
pese a que se sabe que la mayoría de los ciudadanos se ubican en el centro (?)
del espectro político.
Y pese también al desgaste evidente del primer gobierno de izquierda,
pues aunque en muchos frentes ha actuado bien los errores de Gustavo Petro y
sus contradicciones también son manifiestos.
Que el precandidato Iván Cepeda lidere las intenciones de voto en
primera y segunda vuelta significa que su figura convoca, que el trabajo
popular del gobierno ha calado y que las cosas no van tan mal como lo ha querido
mostrar -casi en coro- la prensa corporativa.
No es lo único que llama la atención tras la encuesta. Es revelador
también el desinfle de todos los precandidatos de la centro y extrema derecha.
Ninguno de los cercanos al expresidente Álvaro Uribe cala, sus guarismos son
flojísimos a pesar de la gritería que mantienen en redes sociales. Quien marca
más es el descabezado e incoloro Miguel Uribe, pero ni María Fernanda Cabal ni
Paloma Valencia y mucho menos Paola Holguín mueven el corazón de los
derechistas.
Esto, en un momento dado, podría hacer que el expresidente eterno se
inclinara por Abelardo de la Espriella, esa especie de payaso que anima la
contienda y que tiene buena intención de voto.
No se trata de un fenómeno, sino que sugiere que las ideas populistas y atravesadas
pegan en un sector de ciudadanos hastiados con los movimientos políticos
tradicionales. Lo vive Argentina con la tragicomedia de Javier Milei. Pero son
candidatos a tener en cuenta en el momento de las definiciones.
La encuesta no deja bien parados a los del llamado (?) centro. El
candidato eterno, Sergio Fajardo, aunque sigue siendo opción, todavía no
despega y los otros precandidatos de esta franja dan lástima, incluido Roy
Barreras, que ha gastado mucho en la precampaña.
Además, que Iván Cepeda lidere sobrado hoy esa intención haría casi que
innecesaria la consulta del frente amplio y podría recibir así un apoyo
adicional.
De todas formas, no se pueden lanzar campanas al vuelo porque evidentemente
falta mucho trecho y no pocas definiciones en materia de candidatos para tener
un panorama real de frente a la contienda electoral. Restan tres meses largos y
en política las alianzas más extrañas, así como las traiciones, son plato
diario. Lo vivimos en 2022 con el malogrado candidato Rodolfo Hernández, que reunió
apoyos difíciles de explicar.
Hay un componente extra que es muy posible que entre en juego: la
influencia del gobierno de Estados Unidos, varias de cuyas decisiones con respecto
al presidente Gustavo Petro están dirigidas en ese sentido: influir en la
contienda a favor de la extrema derecha. Y podrían venir más, aprovechando que
para cantidad de políticos y ciudadanos el Tío Sam es el ejemplo a seguir, el
modelo a imitar.
Faltan definiciones, pero la acogida a Cepeda, hasta ahora, es un golpe
a una oposición que lleva tres años largos atacando desde todos los flancos al
gobierno y todo lo que suene y huela a progresismo.
La derecha comenzó a sudar la gota fría.
Maullido: Trump amenaza a todo el mundo, ordena matar y dice qué gobernante es bueno.Y el mundo callado, con miedo a unos aranceles. Decadencia de Occidente.

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